11 diciembre 2007

EL COMANDANTE HELLER DE RIPLEY

Chávez nombró a Fidel y fue aplaudido por 500 empresarios
Gran convocatoria del líder venezolano
Martes 11 de diciembre de 2007 Publicado en la Edición impresa
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Política:


Nadie podrá decir que el paradigma empresarial no ha cambiado. Eran las 10 de la mañana en el Sheraton, el primer ícono hotelero norteamericano en el país, y unos 500 ejecutivos aplaudían calurosamente al escuchar que Hugo Chávez, el cuco de la ortodoxia capitalista, se atrevía a una mención impensable años atrás: Fidel Castro. El presidente venezolano se despachó ayer a gusto, durante una convocatoria de la Cámara de Comercio Argentino Venezolana. Vehemente como siempre, insuflándole a cada palabra una trabajada gravedad, Chávez se ganó ovaciones en dos oportunidades con el nombre de Castro, a quien definió como su "maestro". La aprobación se repitió ante el postulado de que los bancos centrales no tienen que ser autónomos, y tras una reminiscencia de aquella anticumbre de Mar del Plata en 2005, que le trajo alguna incomodidad a Néstor Kirchner en la relación con Estados Unidos. "Uno de los mejores días de mi vida -dijo- fue esa reunión en Mar del Plata, cuando enterramos el ALCA. El comandante de esa operación fue Néstor Carlos Kirchner." Telesur vs. CNN Escuchaban ejecutivos que están directa o indirectamente vinculados con Venezuela: Daniel Novegil y Luis Betnaza, del grupo Techint; Enrique Pescarmona, de Impsa; Fausto Maranca, de la fabricante de equipos de GNC Galileo, y Carlos Heller, del Banco Credicoop, que lo presentó como "Comandante". Heller redondeó su exposición con un celebrado "gracias, Venezuela; gracias, presidente Chávez". Algo ha cambiado también en el contexto del líder petrolero. Quien lo haya contactado años atrás advertirá que la custodia está más infranqueable que nunca a la consulta periodística. Cinco movileros, mujeres incluidas, rodaron ayer por la alfombra del Sheraton tras los empujones de los gigantes caribeños. "No va a hablar", decía uno de ellos, a los codazos limpios, a quienes lanzaban preguntas a los gritos, varios metros fuera de la muralla humana. "No voy a opinar", aprobó Chávez. "¿Pero por qué pegan?", se espantó una movilera. El Presidente ya se había ocupado en realidad de la prensa. "Uno de lo graves problemas del mundo es la dictadura mediática -había dicho-. Necesitamos una Telesur porque existe una CNN, para que vean lo que es la verdadera televisión. Para que nuestros pueblos tengan algún día libertad de expresión." El argentino Juan Fracchia, de Inflex, dijo que podría fabricar el año próximo 120.000 cilindros de GNC para Venezuela. "Agradezco al pueblo bolivariano por depositar la confianza en nosotros", se despidió. Heller cuestionó "las políticas neoliberales" y matizó un viejo reclamo empresario: "Yo formo parte de los que creen que hay que defender la calidad institucional -dijo-, pero hay que tener cuidado de no usar ese concepto para ir para atrás". Chávez insistió en una propuesta que vierte habitualmente en reuniones de la OPEP: reemplazar al dólar en las transacciones. "No es muy bueno tener dólares, ustedes que hacen cuentas -dijo-. Estados Unidos vende a todo el mundo esos papeles porque son un imperio." No se tomó, sin embargo, ese trabajo al jactarse de las reservas que tiene Venezuela y que, dijo, están al servicio del pueblo. "Son 30.000 millones de dólares. Y si se consideran las excedentarias, llegamos a los 60.000 millones de dólares".
Por Francisco Olivera
De la Redacción de LA NACION


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