10 julio 2007

QUE ALGUIEN DIGA ALGO CLARO ALGUNA VEZ

LA LEY DEL ENGAÑO POR LA OMISION DE LA HISTORIA COMPLETA
Ninguna muerte se justifica



La reacción, he ahí la clave de ciertas situaciones. Al progresismo jamás le importo llevar a cabo una idea sino generar una reacción como metodología política. La defensa de la utopía no es nada más y nada menos que la imposibilidad de arreglar nada. Ya que lo utópico es inapelable e inalcanzable en si mismo. A si mismo, existe una dialéctica encaminada a mostrar como la acción no es como aparece. Sino que lo que vi no debe ser interpretado como lo que vi, sino que tiene otra interpretación, y así quedan las cosas en la nada. Un ejemplo de esta situación es la indefinición de la justicia cuando se cruzan una o mas interpretaciones y debe investigar por si misma. Es así que Madonna Quiroz el Camionero de San Vicente disparaba para salvar a la gente, decía su abogado el Dr.Lufrano, perdón, me equivoque. Para que se haga justicia hay que creer en la justicia y ellos no creían, más bien jugaban a un denso juego de dialéctica. Para ser democráticos hay que creer en la democracia, ellos jugaban al tiempismo democrático por lo cual al exhausto que se quedaba a una asamblea la militancia corporativa le ganaba por abrumadora mayoría. Cuando uno ponía de manifiesto la situación, salían los porque si, los porque no, se contestaba en otro universo de sentido, y de ultima uno era de derecha fachista por lo tanto un energúmeno que era descalificado y anatematizado para hablar. La Universidad Nacional hoy llora esto. No puede aceptar ninguna autoridad. Su horizontalismo es tal que ni la autoridad del saber vale nada. Y el que sabe, por saber, es clerical o fachista, no nos deben caber dudas, mas si busca un orden en las cosas. Viene a cuento esto porque leía el anticipo de Clarín la Ley de las Armas, Biografía de Rodolfo Ortega Peña. Donde parece que el discurso de los Autores Felipe Celesia y Pablo Waisberg, fuera solo la defensa del pelo largo, el uso del rock en las aulas, quizás un boleto estudiantil, o acaso la defensa de algunos dirigentes gremiales en defensa de sus derechos. Todo esto es cierto.
Aun así las mismas armas y los mismos métodos argelinos fueron usados por la guerrilla urbana. Las técnicas de reclutamiento y que puedo contar. Ingrese a la universidad a los 17 años me había inscripto en el profesorado de Filosofía. A comienzo de año aun gobernaba Illia, luego vendría el cambio por Onganía en el golpe militar de 1966. Me hice compañero de un muchacho que también estudiaba abogacía y que ya desgraciadamente falleció. En los cursos teóricos que daba el profesor Narciso Pousa trabamos amistad con dos hermosas muchachas Nilda y Norma, guardare los apellidos por respeto. Jamás revelamos nuestra condición de militantes peronistas, pues nos parecía desubicado en una facultad donde el peronismo no existía. Empezamos a charlar, nos contaban cosas sobre el campesinado, la reforma agraria el compromiso social y etc., etc. Y callábamos meticulosamente. Un día nos invitan a cenar a su casa. Vida de estudiantes. En fin, nos preparábamos para otra cosa. Así que no fuimos a City Bell y en un magnifico chalet americano de Nilda nos recibieron para comer pastel de papas. Allí había dos hombres que se identificaron como sendos novios. Lo cual arruino nuestros planes, pero seguimos ahí, porque de último comer de garrón era al menos un triunfo, épocas duras de estudiante. Cenar en la Buena Sopa minestrón no era de lo mejor. Comimos, mientras se nos adoctrinaba sobre el marxismo, las ideas revolucionarias y el tomar las armas para la lucha para terminar con la burguesía y la oligarquía. Como habíamos decidido tácitamente no abrir la boca, escuchamos silenciosamente sin hacer ningún comentario a lo escuchado. AL final nuestro silencio era tal, que uno de los comensales me miro fijamente y me pregunto con algo de molestia:
- ¿y tú que piensas?
Yo levante mi copa de vino tinto y llevándomela a los labios dije cordialmente:
- “ el que no toma vino no se va al cielo”
- ¿Cómo eres católico?
- Si, conteste.
Abruptamente termino la cena, y los callados muchachos fusileros de la revolución miraron a las muchachas como diciendo, sean mas pillas a la hora de seleccionar chambones.
Yo soy uno de los que no acepto tomar las armas, ni tenia el suficiente hastió como para prenderme en esa cadencia de amor odio que proponían las organizaciones armadas.
No fueron Ángeles.
Que me perdonen Celesia y Waisberg, no justifico ninguna muerte, pero no me cuenten la Orestiada, que no les creo.

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