26 julio 2007

LA CONSTRUCCION DEL MIEDO

CONTRASTE



















Recuerdo, no hace mucho un desenfadado Kichner caminando por la Plaza de Mayo, a los apretones de manos con la gente, los cumpas que creían que un peruca llegaba a gobierno. Su tilinguearía era tanta que se corto la ceja de un golpe y con una curita se coloco la banda. Era todo desprolijo pero era evidente que “al que se vayan todos” le sucedía un Presidente que no le tenía miedo a mezclarse con el pueblo, hablar directamente con él y escucharlo.
El agua corrió bajo el puente. Hoy la Casa Rosada es un bunker. Enrejada y con un túnel subterráneo, no te podes acercar a Kichner y peor, ni lo vez cuando viaja desde su despacho hasta el Helipuerto. No creo que sea para defenderse de la Hizbolah o de la ETA. Para un terrorista entrenado dispararle un misil desde el hombro cuando el helicóptero presidencial cruza la Avenida Maipú en Vicente López camino a la Residencia de Olivos uno lo imagina muy muy sencillo y su vulnerabilidad extrema, asi vemos los videos en Ogrish como caen los Apache en Irak. Pero no es aquí que se piense en un magnicidio, sino preguntarnos: ¿Semejante enrejado de quien protege a Kichner y a su eventual sucesora? La respuesta es obvia, "de la gente". El hombre que nos gobierna no es necio como para llegar a un punto que para cuidarse lee solo las encuestas. Sabe que el odio que hay en la calle lo tiene como centro de las críticas. Que su mujer mas allá de la intención del voto positivo, no hay quien la quiera. Por eso, rejas y más rejas lejanas a las paredes de la histórica Casa Rosada hoy alejan a peatón para dar protección a la paranoia del Presidente de los Argentinos. Hoy podemos declarar el cerco que circunda a dicha Casa un país independiente. Creo que muchos argentinos sentirían un poco de alivio.









2 comentarios:

MM dijo...

Tarda, pero llega. Siempre.

Makiavelo dijo...

Esta madrugada, la señora Kirchner, que descansaba en el lecho junto a su marido, se volvió inquieta, sentía con los ojos aún cerrados una presencia que la llamaba, los entreabrió, y contempló cómo la imagen de la Virgen del Carmen que tenía sobre la peinadora se iluminaba y le sonreía. Comprendió que era la elegida. Sin hacer ruido se levantó, se dirigió hacia su despacho, y a la luz de una vela observó las portadas de los libros que de joven le habían inspirado. Debía elegir un modelo a seguir para salvar a su país de esta lamentable situación. Tenía claro que la biografía de Freddie Mercury no era un buen ejemplo a seguir; debía elegir entre la visionaria Santa Teresa de Jesús o Santa Juana de Arco, que a los diecisiete años llegó a ser la heroína de su país, ya que el personaje de Evita resultaba algo trasnochado a estas alturas. Con las ideas claras, dejó sobre la mesa la semblanza de Santa Juana de Arco, y volvió a la cama junto a su marido, el señor Kirchner, que en esos momentos roncaba con gran estrépito.