06 marzo 2009

LA TACTICA DE LOBO

NO CREO EN NADA DE LO QUE DICEN
En un libro bastante extraño, aunque no herético, Jay Haley, estudia los últimos días de Jesucristo que lo llevan a la crucifixión. Ese libro fue publicado en castellano por Editorial Paidos entre otros textos de Ciencias de la Educación en plena dictadura militar para evitar la censura, en la actualidad si bien esta en el catalogo la portada no está disponible, pero si esta Las tácticas del Poder de Jesucristo y Otros Ensayos. (The Power Tactics of Jesus Christ and Other Essays, Avon Books 1969). Lo que me trae a la memoria de este gran terapeuta Americano fallecido en el año 2007 y en especial de ese libro es su descripción de las peleas rituales de los lobos. Podemos considerar a los lobos fieros y carniceros ante los extraños y fuertes y agresivos a la hora de defender su territorio y su interés en la jauría. Por lo que las peleas por el control de las mismas parecen terribles. Esto es lo que observo Haley. Jay dice, que cuando un lobo siente la superioridad del otro, entrega su yugular para que lo mate. En su reflexión, el terapeuta comprende que semejante actitud de sumisión no es una supresión del instinto de vida del lobo perdedor. Por el contrario es la certeza de que el lobo ganador no lo va a matar. Por lo que, si en otra oportunidad el llegara en la lidia a ganar el predominio respetara el mismo trato. En ningún caso, la sangre llegara al rio. Así veo, la posición del kirchnerismo ofreciendo su parte más sumisa dando la yugular para que lo destrocen. Pero no me causa de ningún modo lastima o conmiseración. Sé que agazapado muy adentro están preparando el momento para atacar de nuevo. Jamás tendrán en sí mismos una política contemplativa y comprensiva. Como en la historia del alacrán cruzando el rio, le pide disculpas al animal no solo por picarlo y matarlo, sino por creerle, el sigue siendo alacrán y no puede dejar de ser el mismo. No me parecen victimas, son victimarios. No me parecen que cansados bajen la guardia, como en el ajedrez, pierden un tiempo, para que los ansiosos y olvidadizos, perdonen, y luego vuelvan ellos a atacar. Yo no lo olvido. Son lo peor.

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