DEUDAS INCOBRABLES
Ayer veía a mi amigo el encuestador en un canal de cable del multimedio Clarín sacando estimaciones sobre la estadística electoral de Kirchner en la provincia de Buenos Aires. La relevancia de un piso por encima del 35% como un factor determinante para el futuro del FPV y el destino político del Ex Presidente y la imposibilidad que la intención de voto estuviera por apenas encima de un piso de los treinta que le permitiría continuar con una minoría mayoritaria (que sería el peor escenario), lo cual, mi amigo, ponía en serias dudas, de darse este contexto. Los fundamentos serian, básicamente el concepto de adhesión por grupo social en el cono urbano y esto más bien es consecuencia de lo que se agrega desde un pensamiento consistente del análisis de la composición social de los grupos de votantes de la provincia de Buenos Aires. Pues mi amigo da la medición como promedio y sabrá que en los conglomerados del cono urbano bonaerense es más alto que en algunos lugares de sur seco de la Pcia. Por eso y sabiéndolo un hombre de conciencia, recurro a su saber, no como argumento ad ominen, o para apagar su espíritu ganador, sino por esta, mi personal y eterna sospecha de que el conductor de este proceso, mas allá de ganar, no hará nada por los que tienen alguna necesidad. Por eso, me permito poner un artículo de Maximiliano Montenegro en Pagina 12 del año 2006. Aun se espera.
Domingo, 29 de Enero de 2006
NOTA DE TAPA
Los marginados
• El 27 por ciento de los adolescentes y jóvenes argentinos se encuentra hoy desocupado. • Son 830.000 menores de 24 años que buscan trabajo, pero no consiguen. • Entre los de 18 y 20 años, la exclusión laboral es todavía más marcada: el desempleo ronda entre el 35 y el 40 por ciento. • 550.000 chicos de entre 14 y 18 años desertaron de la escuela secundaria. • Hay más de 300 mil de entre 14 y 24 años que no estudian ni trabajan. • De los que tienen empleo, 7 de cada 10 están en negro. • Son 1,2 millón de trabajadores jóvenes en negro, con un salario promedio de 300 pesos. • 3,5 millones de jóvenes viven hoy en hogares pobres. De ellos, 1,3 millón son indigentes.
Final del formulario
Por Maximiliano Montenegro
“Luego de más de dos años y medio de crecimiento económico superior al 9 por ciento anual, casi la mitad de los jóvenes y adolescentes de entre 14 y 24 años son pobres, el 17 por ciento es indigente y el 27 por ciento se encuentra desocupado.” Así comienza una impresionante radiografía sobre la juventud en Argentina elaborada por el sociólogo Artemio López, el encuestador con mejor acceso al despacho presidencial. El documento, titulado “Juventud, ¿divino tesoro?” (enero 2006), describe el escenario de marginación y frustración que desde hace una década acompaña a una generación de adolescentes y jóvenes.
“El estrago del empleo empezó en el año ‘95, con el salto de la desocupación. A partir de allí el desempleo entre los jóvenes rondó siempre el 40 por ciento. Esos jóvenes que antes tenían 15 años hoy tienen 25 años y nunca tuvieron un trabajo. Cuatro de cada diez jóvenes económicamente activos jamás consiguieron un empleo en la última década. Muchos están casados y son padres de familia sin haber conseguido nunca un empleo”, afirma López.
–¿Y de qué viven?
–Subsidios, ayuda familiar, changas, u otras actividades temporarias, informales.
Artemio López se cuida de no vincular a los excluidos con el delito, porque entiende que las generalizaciones son siempre injustas. Pero el informe cita los últimos datos sobre adicciones en la provincia de Buenos Aires (el 76 por ciento de los jóvenes consume bebidas alcohólicas) y advierte en todo momento el riesgo social que implica una generación de marginados.
Los números que contiene la investigación de la consultora Equis a esta altura no deberían sorprender a nadie, pero aun así son impactantes:
• El 27,3 por ciento de los adolescentes y jóvenes argentinos se encuentra desocupado, por cuanto no trabaja pero busca activamente insertarse en el mercado laboral.
• Son 830.000 jóvenes y adolescentes a la búsqueda de un conchabo.
• “La tasa de desocupación entre los jóvenes ha crecido desde comienzos de los noventa un 137 por ciento. Sin embargo, con la recuperación económica, a partir de 2003 se observa un descenso del 11 por ciento” (ver cuadro 1). Aun así, todavía duplica la tasa de desocupación de principios de los noventa, cuando era del 13 por ciento.
• Entre los jóvenes de entre 18 y 20 años, la exclusión laboral es todavía más marcada: el desempleo ronda entre el 35 y el 40 por ciento. Es decir, 4 de cada 10 buscan trabajo, pero no lo encuentran.
“La poblemática del alto nivel de desempleo está en la base del deterioro socioambiental que promueve comportamientos de alto riesgo en los jóvenes y adolescentes”, dice López.
Más cifras de la tragedia social:
• 550.000 adolescentes de entre 14 y 18 años desertaron de la escuela secundaria.
• Hay más de 300 mil adolescentes y jóvenes de entre 14 y 24 años que no estudian ni trabajan. Esta situación es especialmente notoria en adolescentes entre 17 y 19 años.
“Estos jóvenes se han desarticulado del circuito educativo al mismo tiempo que no colaboran con las tareas del hogar: son inactivos absolutos. La falta de contención ya sea por el mercado de trabajo, el circuito educativo o las responsabilidades hogareñas constituye a este grupo en un conjunto de extrema vulnerabilidad social”, explica el documento.
En cuanto a los jóvenes que consiguen empleo, éstos son casi siempre precarios y en negro, es decir, sin cobertura social ni previsional alguna:
• El 68 por ciento de los ocupados adolescentes y jóvenes se desempeña en puestos informales. Y cuanto más chicos peor. Para los de 20 años la informalidad ronda el 71 por ciento, en tanto que para los menores de 19 años promedia el 85 por ciento (ver cuadro 2).
• Son 1,2 millón de trabajadores jóvenes en negro.
“El hecho de que 7 de cada 10 jóvenes ocupados estén en negro se traduce en los magros salarios que perciben, que para estos trabajadores promedian los 300 pesos mensuales”, es decir, menos que lo necesario para adquirir la canasta básica de alimentos que mide la indigencia.
La pintura se completa con los datos sobre pobreza e indigencia entre los jóvenes:
• 3,5 millones (de entre 14 y 24 años) viven hoy en hogares pobres. De ellos, 1,3 millón son indigentes.
Dicho de otro modo, la pobreza entre los adolescentes de 14 a 19 años promedia el 55 por ciento. Mientras que la indigencia alcanza al 21 por ciento. En cuento a los adultos de entre 20 y 24 años, la pobreza promedia el 40 por ciento y la indigencia el 14 por ciento (ver cuadro 3).
Mirando hacia adelante, López afirma que la situación “muestra indicios de mejoras” en los últimos dos años. Pero está claro que en esencia el drama que estalló hace una década sigue ahí, y que el crecimiento a lo chino por sí solo no traerá la solución. ¿Cómo logra insertarse en un mercado laboral cada vez más exigente un joven que hace 10 años que busca en empleo sin suerte y que, para colmo, abandonó tempranamente sus estudios? ¿Qué hacer con los adolescentes que no estudian ni buscan trabajo? ¿Cómo conseguir que 1,2 millón de jóvenes que trabajan en negro puedan acceder a la dignidad del blanqueo? Son respuestas que seguramente no brindará el mercado, sino que deberán salir del Estado. El diagnóstico, al menos, ya está sobre el escritorio de Néstor Kirchner
NOTA DE TAPA
Los marginados
• El 27 por ciento de los adolescentes y jóvenes argentinos se encuentra hoy desocupado. • Son 830.000 menores de 24 años que buscan trabajo, pero no consiguen. • Entre los de 18 y 20 años, la exclusión laboral es todavía más marcada: el desempleo ronda entre el 35 y el 40 por ciento. • 550.000 chicos de entre 14 y 18 años desertaron de la escuela secundaria. • Hay más de 300 mil de entre 14 y 24 años que no estudian ni trabajan. • De los que tienen empleo, 7 de cada 10 están en negro. • Son 1,2 millón de trabajadores jóvenes en negro, con un salario promedio de 300 pesos. • 3,5 millones de jóvenes viven hoy en hogares pobres. De ellos, 1,3 millón son indigentes.
Final del formulario
Por Maximiliano Montenegro
“Luego de más de dos años y medio de crecimiento económico superior al 9 por ciento anual, casi la mitad de los jóvenes y adolescentes de entre 14 y 24 años son pobres, el 17 por ciento es indigente y el 27 por ciento se encuentra desocupado.” Así comienza una impresionante radiografía sobre la juventud en Argentina elaborada por el sociólogo Artemio López, el encuestador con mejor acceso al despacho presidencial. El documento, titulado “Juventud, ¿divino tesoro?” (enero 2006), describe el escenario de marginación y frustración que desde hace una década acompaña a una generación de adolescentes y jóvenes.
“El estrago del empleo empezó en el año ‘95, con el salto de la desocupación. A partir de allí el desempleo entre los jóvenes rondó siempre el 40 por ciento. Esos jóvenes que antes tenían 15 años hoy tienen 25 años y nunca tuvieron un trabajo. Cuatro de cada diez jóvenes económicamente activos jamás consiguieron un empleo en la última década. Muchos están casados y son padres de familia sin haber conseguido nunca un empleo”, afirma López.
–¿Y de qué viven?
–Subsidios, ayuda familiar, changas, u otras actividades temporarias, informales.
Artemio López se cuida de no vincular a los excluidos con el delito, porque entiende que las generalizaciones son siempre injustas. Pero el informe cita los últimos datos sobre adicciones en la provincia de Buenos Aires (el 76 por ciento de los jóvenes consume bebidas alcohólicas) y advierte en todo momento el riesgo social que implica una generación de marginados.
Los números que contiene la investigación de la consultora Equis a esta altura no deberían sorprender a nadie, pero aun así son impactantes:
• El 27,3 por ciento de los adolescentes y jóvenes argentinos se encuentra desocupado, por cuanto no trabaja pero busca activamente insertarse en el mercado laboral.
• Son 830.000 jóvenes y adolescentes a la búsqueda de un conchabo.
• “La tasa de desocupación entre los jóvenes ha crecido desde comienzos de los noventa un 137 por ciento. Sin embargo, con la recuperación económica, a partir de 2003 se observa un descenso del 11 por ciento” (ver cuadro 1). Aun así, todavía duplica la tasa de desocupación de principios de los noventa, cuando era del 13 por ciento.
• Entre los jóvenes de entre 18 y 20 años, la exclusión laboral es todavía más marcada: el desempleo ronda entre el 35 y el 40 por ciento. Es decir, 4 de cada 10 buscan trabajo, pero no lo encuentran.
“La poblemática del alto nivel de desempleo está en la base del deterioro socioambiental que promueve comportamientos de alto riesgo en los jóvenes y adolescentes”, dice López.
Más cifras de la tragedia social:
• 550.000 adolescentes de entre 14 y 18 años desertaron de la escuela secundaria.
• Hay más de 300 mil adolescentes y jóvenes de entre 14 y 24 años que no estudian ni trabajan. Esta situación es especialmente notoria en adolescentes entre 17 y 19 años.
“Estos jóvenes se han desarticulado del circuito educativo al mismo tiempo que no colaboran con las tareas del hogar: son inactivos absolutos. La falta de contención ya sea por el mercado de trabajo, el circuito educativo o las responsabilidades hogareñas constituye a este grupo en un conjunto de extrema vulnerabilidad social”, explica el documento.
En cuanto a los jóvenes que consiguen empleo, éstos son casi siempre precarios y en negro, es decir, sin cobertura social ni previsional alguna:
• El 68 por ciento de los ocupados adolescentes y jóvenes se desempeña en puestos informales. Y cuanto más chicos peor. Para los de 20 años la informalidad ronda el 71 por ciento, en tanto que para los menores de 19 años promedia el 85 por ciento (ver cuadro 2).
• Son 1,2 millón de trabajadores jóvenes en negro.
“El hecho de que 7 de cada 10 jóvenes ocupados estén en negro se traduce en los magros salarios que perciben, que para estos trabajadores promedian los 300 pesos mensuales”, es decir, menos que lo necesario para adquirir la canasta básica de alimentos que mide la indigencia.
La pintura se completa con los datos sobre pobreza e indigencia entre los jóvenes:
• 3,5 millones (de entre 14 y 24 años) viven hoy en hogares pobres. De ellos, 1,3 millón son indigentes.
Dicho de otro modo, la pobreza entre los adolescentes de 14 a 19 años promedia el 55 por ciento. Mientras que la indigencia alcanza al 21 por ciento. En cuento a los adultos de entre 20 y 24 años, la pobreza promedia el 40 por ciento y la indigencia el 14 por ciento (ver cuadro 3).
Mirando hacia adelante, López afirma que la situación “muestra indicios de mejoras” en los últimos dos años. Pero está claro que en esencia el drama que estalló hace una década sigue ahí, y que el crecimiento a lo chino por sí solo no traerá la solución. ¿Cómo logra insertarse en un mercado laboral cada vez más exigente un joven que hace 10 años que busca en empleo sin suerte y que, para colmo, abandonó tempranamente sus estudios? ¿Qué hacer con los adolescentes que no estudian ni buscan trabajo? ¿Cómo conseguir que 1,2 millón de jóvenes que trabajan en negro puedan acceder a la dignidad del blanqueo? Son respuestas que seguramente no brindará el mercado, sino que deberán salir del Estado. El diagnóstico, al menos, ya está sobre el escritorio de Néstor Kirchner
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