30 noviembre 2007

GIOVANNI BATISTTA VICO


ME LARGUE A ESCRIBIR SOBRE LA RELIDAD DE LOS CAMBIOS EN AMERICA LATINA
Luego llegue a conclusiòn de que no hay nada nuevo bajo el sol
Eludiendo la crítica de mi amigo Artemio López creo que entenderá que el Napolitano tiene mas claro los flujos y reflujos de la historia.


Vico, Giovanni Battista
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Biografía GER
Profesor de Retórica, contemporáneo de la Ilustración, a quien la posteridad ha considerado el inaugurador de la Filosofía de la Historia. Vida. N. en Nápoles en 1668, ciudad en la que transcurrió toda su vida. Hijo decimotercero y último de un modesto librero, su debilidad corporal, agravada por una caída, le hizo tan retraído en su infancia y adolescencia, que realizó sus estudios como autodidacta, ya que el terror a las burlas de los compañeros le impidió pisar las aulas. Desde 1699 a 1741 ocupó la Cátedra de Elocuencia latina de la Univ. de Nápoles. Dado el perfil humanista de su disciplina, se ocupó en los primeros años en estudios jurídicos, hasta que el fracaso en unas oposiciones a cátedra de Derecho civil, en 1723, le hizo abandonarlos, dedicándose más a los históricos, que configurarían su fisonomía intelectual. Sin embargo, aun favorecido con el título de cronista real por los Borbones napolitanos, la publicación en 1725 de la Scienza nuova, dada la ruptura que suponía de los moldes académicos vigentes, así como su ampliación en las sucesivas versiones de 1730 y 1744, no le ocasionaron sino disgustos. Casado, tuvo ocho hijos. M. en Nápoles en 1744, pasando en gran parte al olvido. Sólo un siglo más tarde fue repristinado por obra, principalmente, del historiador francés Tules Michelet. Su lugar en la historia del pensamiento. V. asiste a los últimos embates de la coetánea «querelle des anciens et dés modernes» suscitada por la superficialidad del movimiento llamado de la Ilustración. En esta querella, v. toma conscientemente una postura arbitral. De una parte, el que se toma como jefe de fila de los «modernos», Descartes, es el blanco de sus críticas, junto con Hobbes. Descartes, dice, ha reducido todo el conocimiento «claro y distinto» a lo que la razón humana abarca mediante la deducción a partir de axiomas evidentes, dejando al margen de él las cosas probables y verosímiles (probabilia et verosimilia), es decir, las propiamente humanas; Hobbes, por su parte, ha sometido a idéntica reducción las acciones humanas, al sostener que éstas sólo pueden ser objeto de conocimiento científico en cuanto configuradas como artefactos construidos por el hombre (p. ej., el hombre y el Estado son considerados por esta concepción mecanicista como artefactos). Consecuencia de esta crítica será el diagnóstico formulado por v. en su prelección De nostri temporis studiorum ratione (1709) (ed. de F. Schalk, Godesberg 1947), en la que constata cómo se ha sacrificado, en aras de una cierta exigencia metodológica (mas geometricus), a las cosas que dependen del arbitrio humano: «hominum naturam non vestigamus, quia est ab arbitrio incertissima» (ed. afirma cit., 59). La moral y la política (vitae agenda) deben ser abordadas, afirma, no mediante la ratio, sino por medio de la prudentia, sirviéndose ésta de un procedimiento propio de la Retórica «antigua» : la tópica, es decir, el arte de contraponer dialécticamente argumentos suministrados por la tradición referentes a dichas materias. De otra parte, sin embargo, V. admite, yendo más allá de los «antiguos», el procedimiento inductivo formulado por F. Bacon. Tópica e inducción actúan en paralelo. Aquélla suministra los argumentos y busca la correspondencia oportuna entre ellos, manteniéndose así en el nivel intelectual. La inducción rastrea los hechos y, por comparación entre ellos, advierte semejanzas y diferencias, constancias y excepciones. Actuando en paralelo, ambos métodos pueden acercarse a la práctica humana, logrando formular las leyes racionales conforme a las que ésta se desenvuelve. Ambos intentos -tópico e inductivo- se conectan en virtud del principio verum et factum convertuntur, con el que quiere completar el tradicional verum et esse convertuntur. La igualdad del verum y el factum hará posible que el hombre pueda conocer y entender las realidades de las que él es protagonista: éstas son tanto una «idea» humana, como un «hecho» humano. El mundo civil fue hecho por los hombres y, por ello, sus principios han de ser rastreados y encontrados en la misma mente humana. v. intenta así que en las ciencias humanas no se pierda la conexión entre teoría y praxis, entroncando con la philosophia practica tradicional, que había sido desbaratada por el racionalismo de los «modernos». Doctrina jurídica. El primer campo en que V. experimenta esa síntesis entre las ideas y la experiencia histórica -entre Platón y Tácito, los dos modelos de su cultura clásica- es la jurisprudencia. Su De universi iuris uno principio et fine uno ( 1720) parte igualmente de una crítica a los «modernos» : sus antagonistas son, en este caso, J. Selden y S. Pufendorf, representantes de la iuris naturalis scientia de tipo racionalista y que, en su racionalismo, hacen derivar todo el Derecho, y en general toda actividad social y política, de una natura estática e inmanente. Frente a ello, y partiendo sobre todo de la comparación de las experiencias jurídicas griega y romana, v. establece que a través de la diversidad se observa la unidad, si bien históricamente configurada. En el transcurso histórico se da una continuidad, manifestada en la perennidad oe instituciones. Tal observación se extrema, hasta el punto de que v. llega a afirmar que el orden de las ideas sigue al orden de las instituciones. En el terreno de los principios, el Derecho natural es tanto una idea humana como un hecho humano: Derecho natural y positivo son ingredientes de una misma realidad. En el plano de los hechos, la continuidad de experiencias humanas se evidenciará en la conciliación que V. establece entre Filosofía y Filología, entendida ésta como estudio de un vehículo -el lenguaje- presente en todos los productos históricos, en todos los documentos de cualquier cultura. La Filología es la ciencia del factum. En esto, el mentor de v. era precisamente H. Grocio, de quien le separaba, sin embargo, el racionalismo. Las leyes ,de la Historia. Estas consideraciones sobre la materia jurídica, generalizadas, tras el fracaso académico de 1723, se hacen teoría bajo el título pretencioso -invidioso, para algún contemporáneo- de Principi di una scienza nuova in torno alla comune natura delle nazioni, publicada dos años más tarde. El estilo erudito de su obra anterior contrasta con la pasión con que está escrita la Scienza nuova, réplica consciente incluso en el título, en el campo de las ciencias humanas, de lo que supuso el Novum Organum (1620) de Bacon en las ciencias experimentales. Incluso el latín académico en que fueron escritos sus estudios anteriores es reemplazado por la viva lengua materna. Comienza por tomar postura: la Historia no es, como creía el clásico, algo estático; tampoco es un hecho radicado tan sólo en la mente y voluntad de Dios, como pretenden algunos teólogos; ni una realidad secundaria, como quiere el racionalista, aferrado a una naturaleza inmóvil de la que se pueden desvelar deductivamente todos sus secretos. La Historia -dice- es hecho humano dirigido por la idea humana. Se trata, pues, a posteriori, de detectar las líneas que ha seguido la evolución humana. Para ello, parte V., como buen clásico, de la explicación de la historia greco-romana con sus mitos y las contese eroiche de los patricios y plebeyos. A una primitiva edad divina, en la que la cultura era monopolio secreto de dioses y sacerdotes, sigue -afirma- una edad heroica, protagonizada por los patricios, minada al fin por la reacción de los plebeyos, introductores a su vez de nuevas divinidades; el ciclo histórico se cerró -concluye V .-con la igualdad de culto y la racionalización de las relaciones sociales por medio de la Ética (edad humana) Análógamente a la experiencia romana, afirma V., toda nación recorre esas tres fases institucionalmente: teocracia, aristocracia,, democracia, constituyendo su sucesión un corso, que no concluye necesariamente, ya que el ciclo puede repetirse a distinto nivel ( ricorso) .Gráficamente, pues, el curso de la Historia podría representarse, según él, como una espiral. La reiteración, a distinto nivel, de los ciclos, es la que permite formular las leyes por las que se rige el proceso histórico. F.ste se desarrolla, en todo caso, sobre la red de seguridad de la Providencia divina, que no permitirá en última instancia el desvío de lo que, por otra parte, es sólo acción humana. Su interpretación de las leyes de la Historia no tuvo fortuna entre los contemporáneos «ilustrados» de V ., cuyo optimismo se oponía a la visión cíclica del erudito italiano. Kant, significativamente «ilustrado» en este punto, volvió a reafirmar la concepción lineal del proceso histórico, al tiempo que muestra las aporías en que se debate la Filosofía de la Historia. Posteriormente Hegel pretendió resolver esas aporías, y Marx intentó conciliar a v. y Kant, vinculando el punto de vista retrospectivo de aquél con el prospectivo de éste. En el s. XX, el neohegelianismo italiano (Croce, Gentile), el estudio comparativo de las culturas (Spengler, Toynbee), la Sociología (Pareto, Sorokin) harán de v. un lugar común.
I. I. GIL CREMADES.
BIBLIGRAFIA : Opere, ed. F. S. POMODORO, Nápoles 1858 55. (reimpresión Leipzig 1970 55.); Opere, ed. F. NICOLINI, 8 vol., Bari 1911-41 (trad. española de la Autobiografía y de la Ciencia nueva, Madrid 1939 y 1941); B. CROCE (revisión de F. NICOLINI), Bibliografia di G. B. Vico, 2 vol., Bari 1947-48; F. NICOLINI, Comento storico a/la seconda «scienza nuova», 2 vol., Roma 1949-50; B. CROCE, La filosofia di G. B. Vico, 3 ed. Bari 1927 ; R. PETERS, La estructura de la historia universal en G. B. Vico, Madrid 1930; VARIOS, Vico y Herder. Ensayos conmemorativos, Buenos Aires 1948; L. GIUSSO, Vico en la filosofía del Barroco, Madrid 1955; B. MAGNINO, lluminismo y cristianismo, III, Barcelona 1963, 177-210; G. USCATESCU, G. B. Vico y el mundo histdrico, Madrid 1956; R. A. CAPONIGRI, Time and Idea: The Theory of History in G. B. Vico, Chicago 1953; A. CORSANO, G. B. Vico, Bari 1956; L. BELLOFIORE, La doctrina del diritto naturale in G. B. Vico, Milán 1954; E. SÁNCHEZ GARCfA, El derecho en la obra de G. B. Vico, Murcia 1964; F. VAUGHAN, The political Philosophy of G. B. Vico, La Haya 1972.
REFLEXION FINAL:
DESDE EL ARGUMENTO A LA AUTORIDAD DIGO QUE CIERTOS ARGUMENTOS SE REPITEN EN LA HISTORIA. ES LA HORA (SEGUN VICO) DE LA REACCION DE LOS PLEBEYOS. El TERCER MILENIO PARECE TRAER ESA IMPRONTA AL SUR DE AMERICA.

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