26 abril 2008

LOS CARAMELOS DEL FRASCO




Haciendo llorar a la Vírgen de la Carrodilla




La idea es ganar tiempo para precipitar un acontecimiento inevitable, que es que el campo intentara vender la cosecha que tiene. Néstor, creo que aprendió de quien fue su enemigo que la víscera mas débil es el bolsillo, así que deja correr el tiempo a la espera de volver al punto cero. Los lleva a la opción plata o mierda. No les caben dudas al campo, que el hombre juega duro. Los dirigentes también saben que si bien pueden perder, la victoria será devastadora para Kirchner y mucho más para la economía del país. Un país capaz de alimentar el hambre del mundo, no será capaz por su diseño a producir los alimentos que necesita su mercado interno. Una contradicción que se da de nuca con todos los discursos que escuche desde que tenía cuatro años. Y debería jurar que eso no fue hace unos meses, sino dos pares de décadas largas, bien largas. Me asombraba ver el vaivén del clamoroso presidente del PJ en el acto de Mendoza, su impostación, sus pausas, sus énfasis de oratoria. También me llamo la atención la falta de euforia del público. Alguna que otra cámara de foto toma algún flash del acontecimiento. El discurso era hueco, universal y nulo, increíble. Ya a esta altura creer que trabajan por la inclusión y la justa distribución del ingreso, no se lo puede creer nadie. Ni el mismo. La inexistencia de problemas, tampoco. Que el sistema económico está generando pobres ni los índices lo pueden esconder. Que la política de derechos humanos se ha convertido en el dilema Jerez o López. Todo termina tocado por la impronta de un pensamiento que parecía dinámico, transgresor e innovador, para convertirse en anacrónico, incapaz de generar alternativas, y hegemónico. No hace falta tampoco usar malas palabras para ver lo que los ojos de todos ven.

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