UN CONDUCTOR FUERA DE CONTROL

CLAUDIO LOZANO LO TIENE CLARO, Y ESO QUE NO COMPARTO ESPACIOS CON ÉL.

El ataque masivo y por oleadas aplicado por el Kirchnerismo muestra que para nada esta desactivado su afán de solucionar un problema, sino más bien de destruir cualquier intento de que lo razonable le cambie el parecer. Todo es válido, como si fuera el ejército Chino o el ruso, que lanzaban sus soldados desarmados en oleadas a fin de que el enemigo sitiado terminara las balas, así los soldados de Kirchner siguen tirando hasta para lograr tapar la gran cagada que es haber fijado una política errónea con el campo de la República Argentina. La destrucción final del enemigo será de un costo mayúsculo para unos y para otros, mientras el general tuerto y emancipado de toda idea pacificadora goza mientras mira en los titulares como va produciendo el daño en su adversario. La estupidez nos ha ganado. La insensatez nos ha tomado a tal punto, que a veces pienso en que dios nos abandono y dejo de ser argentino para hacerse de cualquier otro país menos de nuestro. En toda la historia reciente del país jamás se había visto carbonería tan grande como la de este tipo, los de Santa Cruz nos la advertían pero nosotros, el pueblo manso repetíamos que éramos bastante maleables en las crisis como para dar pilotos de tormenta, y dimos un déspota. Parece que quisiéramos defender a la oligarquía vacuna, o a la puta oligarquía. No señores estamos hablando que está destruyendo a la Federación Agraria. Una Federación con toda una tradición política contra casualmente la puta oligarquía, y no le tiembla la mano en destruir todo por su odio a Buzzi. No puede diferencia estructura de Personas. Si para destruir a Buzzi debe destruir a la Federación Agraria. La de Humberto Volando, la de las gesta gaucha, lo hará. No le temblara el pulso. Semejante y terrible poder desatado no es más que la sensación de un débil que tiene miedo. Los que se callan la boca ahora, no podrán decir mañana y nosotros que podíamos hacer, está a la vista que hay que no quedarse callados ante tanta mentira insidiosa, y dispendio de los fondos públicos para un fin absoluto, el cumplimiento del objetivo político por sobre todas las cosas: CAGAR AL ENEMIGO, aunque sea un compatriota con razón, cueste lo que cueste.