25 septiembre 2010

HIJO DE HOMBRE

MATAR A LAYO


Pablo Moyano es uno de los tantos hijos herederos del poder sindical. Ojo, que no es el primero. El podrá argumentar que fue un gran trabajador del volante, pero no hubiera llegado donde llego si no fuera por su padre. Lo mismo pasó con Víctor Santamaría, o Luisito Cejas quienes han llegado a una posición de privilegio en su gremio gracias a la trayectoria de su padre y a su incapacidad para ser algo diferente fuera de lo que son dentro del mismo. No le pasa lo mismo a los hijos de Luis Barrionuevo, de José Ignacio Rucci, de Vandor, de Miguel, de Ubaldini, de Pepe Rodríguez, de Jorge Triaca, y de tantos hombres que son repudiados por la izquierda o la centro izquierda, salvo Saúl que se lo toma como símbolo, los hijos de estos últimos han tenido éxito en actividades fuera de las que realizaron sus padres y mejor o peor se las valieron por sus propios medios. Los otros no, no hubieran sido nada, sin el poder de sus padres, sin la protección directa de sus padres y hasta la tolerancia a las traiciones de sus hijos. Esto que quede bien dicho, porque Pablo Moyano, Víctor Santamaría y Luis Cejas no creo que haya dejado a sus padres el mejor sabor como dirigentes de hombres que se forjan un camino en la lucha sindical, más bien que explotan su lado ciego para crecer a sus expensas, aunque deban callarlo. Ahora, que están en la cúspide como Pablo pueden hablar de representación, de lucha contra la oligarquía, de defensa de los trabajadores contra la patronal y todas las cosas que se les ocurra, inclusive denostar a quien se les ocurra, pares como el por ser hijos de dirigentes gremiales que se han destacado en el peronismo. Pero está claro, que mal o bien, correcta o incorrectamente su ideología, no la construyeron a expensas de las espaldas del padre traicionado por ellos mismos, como Pablo. Aunque su padre tengo públicamente que hacer la vista gorda. Los que conocemos la historia de su crecimiento interno, de cuando chateaba porque estaba al pedo en el gremio y era un adolescente podemos dar fe de lo que estamos diciendo.

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