28 febrero 2009

QUE NO ENSEÑEN MAS, POR FAVOR

BASTA DE SER REHENES DE LOS MISMOS FARABUTES
Los decentes son tan imparciales al problema social y son tan parte de él que se suman a la horda general y su caos. Es tan fácil entender porque se podría prescindir de la educación, y no por razones de la necesidad de tener un pueblo educado. Sino que la educación debe tener un fin. Si la sociedad en sí misma no tiene un fin, cae el sentido mismo de la enseñanza. Como querer hacer el Talmud enseñanza obligatoria en Irán o viceversa con el Corán en Israel. Pueden parar dos días, ocho o cien. Pueden ganar dos veces más, tres veces más, ocho veces más, que la escuela pública no podría en si misma solucionar nada. Seguir poniendo un peso en la educación pública es solucionar una parte del problema del empleo formal en el país. Un chico de quinto grado no puede resolver una regla de tres simple. Las faltas de ortografía son terribles. Esto en la CABA que, digamos, es la excelencia. Un universitario de 20 años carece de conciencia historiaca, cree que la licencia por matrimonio fue conseguida con la abolición de la esclavitud en la asamblea del año 1813. Poner al frente de un grado a un maestro en las zonas criticas del gran Buenos Aires es casi poner a un par a fin de que pueda tratar con los padres, y mejorar el problema social y de conocimiento, alimentario y de salud, no es función de la educación, como la deserción escolar por esta vía ha decaído pero los resultados son pésimos. Y, destruido el sentido de familia primario, la violencia es mas acérrima, bien se podría prescindir de la figura de la escuela y abocarnos a construir ese elemento primario educador que es la familia, en cualquiera de las formas que la sociedad debata, para luego si, dedicarnos, a formas más complejas de la culturalización social como es la educación como aprendizaje de una habilidad o conocimiento. Creo que siendo una situación generacional a largo plazo se podría prescindir del actual sistema educativo y reemplazarlo por otro público y gratuito que tienda a rescatar las habilidades del niño y vincularlo con su familia o con un grupo de afinidad para conocer los valores del afecto y el orden de las relaciones. Sino como sociedad estamos en manos de los abandonados.

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