10 Guerrilleros de Dios
Capítulo 4 del Libro "Nuestra Santa Madre"
Por Olga Wornat
Mateo Perdía y Arturo Paoli
Nacido en Pergamino, provincia de Buenos Aires, Roberto Cirilo Perdía se crió en el seno de una familia cristiana con dos tíos que fueron curas pasionistas: Mateo y Marcos. El primero fue presidente durante casi ocho años de la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR). Durante su mandato, entre la segunda mitad de la década del setenta y comienzos de los años ochenta, el CLAR tuvo pronunciadas diferencias con la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), conducida por el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo.
–Mateo fue párroco de la Iglesia de la Santa Cruz y provincial de los pasionistas en Argentina y Uruguay. El ayudó para que la parroquia, donde residía, fuera utilizada por el grupo originario de las Madres de Plaza de Mayo –recordó su sobrino, quien actualmente trabaja en la Universidad de Lanús (Buenos Aires, Argentina), haciendo una maestría en Políticas Públicas.
Su último cargo fue como asesor de la Subsecretaría de Derechos Humanos, hasta 1998, en pleno gobierno de Carlos Menem, cuando renunció Alicia Pierini. En su libro "La otra historia", Roberto Perdía escribió:
"En la iglesia de la Santa Cruz se hicieron a comienzos de 1977 las primeras reuniones presididas por Azucena Villaflor de De Vicenti, madre de un desaparecido dirigente peronista. En ellas se infiltró Alfredo Astiz y él fue quien entregó a Azucena, a otros familiares y a las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, todos secuestrados y desaparecidos entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977".
A comienzos del año 2001, durante una larga entrevista a propósito de este libro, contó que había tenido un diálogo permanente con Mateo antes de estar en la organización, durante su militancia y todo el tiempo que estuvo en el exilio.
–Nos encontrábamos en algún lugar del mundo, porque él vivía bastante amenazado. Entraba y salía con bastante cuidado de la Argentina y así desarrollaba su actividad. Hasta que murió, hace de esto cinco años, tuve con él un diálogo muy fuerte. Por todo esto, mi relación personal con la Iglesia no sólo viene de la posición de la organización sino también de una tradición familiar. Con Mateo me unían no sólo lazos familiares, sino una manera de pensar, que nos identificó con el Concilio Vaticano II, entre otras cosas.
Roberto Cirilo Perdía nació el 9 de julio de 1941 y empezó su militancia a los quince años cuando comenzaron a crearse los Centros de Estudiantes en Pergamino, el pueblo que lo vio crecer brevemente, hasta que emprendiera un recorrido sin fin de militancia. No era peronista, ni el peronismo era cosa de familia pero para los ’70 integró la Conducción Nacional de la principal organización político militar peronista: Montoneros.Roberto Cirilo Perdía se recibió de abogado en la Universidad Católica Argentina, y también estudió en esa casa dos años de sociología. No iba a misa periódicamente, sólo en ocasiones participaba de alguna ceremonia. En cambio, era presidente del Centro de Estudiantes de Derecho y dirigente bancario.
–Un día me incorporé a un grupo que se llamaba Economía Humana, que había formado un abogado, Juan Zabala Rodríguez. Allí se reflexionaba sobre el círculo de la pobreza y sobre todo uno se capacitaba. En una de esas charlas lo conocí al cura Arturo Paoli, me impresionó mucho su pensamiento y en 1964 me fui con él a Reconquista, al norte de Santa Fe, a trabajar con los hacheros, hasta el '68 o '69.
Arturo Paoli era un sacerdote italiano, de manera que intentó trabajar en la Argentina sobre el diálogo entre cristianos y marxistas, al modelo de su país. Pero se encontró con que los cristianos de acá no eran como en Italia, de la Democracia Cristiana, sino peronistas. En esa comunidad, Perdía fue el referente de los jóvenes que trabajaban junto al padre y también abogado de distintos gremios, pero tenía vínculos permanentes con Buenos Aires y muy pronto los tendría también con el grupo del cura Mugica.–Ahí lo conocí a él, a Abal Medina, a Firmenich, a Ramus, cuando fueron a misionar en el '66 al norte de Santa Fe, en Tartagal. Yo era uno de los referentes de los jóvenes que trabajaban con el padre Paoli y por eso nos conocimos. Pasé varios días con ellos en el campamento, nos poníamos a charlar, a guitarrear, a jugar al fútbol y nuestra teoría era reflexionar la realidad a la luz del Evangelio.Después de ese encuentro, cada tres o cuatro meses yo venía a Buenos Aires y nos reuníamos en el altillo que Mugica tenía arriba de la casa de los padres, cerca de Las Heras y Pueyrredón, con toda la banda: Abal, Firmenich, Ramus, Lucía Cullen. Después de las reuniones del altillo, a veces bajábamos a comer a la casa de los padres –recordó Perdía.Ya en 1967, ese grupo se reunía con sectores peronistas donde se discutía si lucha armada "sí" o lucha armada "no", lo cual no era exclusivo de la Argentina, ya que se discutía en toda América latina el tema de la violencia. Perdía mantenía esas discusiones dentro del grupo de Paoli pero también con el de Mugica:
–En el marco de la Iglesia yo seguía vinculado a Paoli y el obispo era Iriarte, que venía de sectores progresistas y cada vez se corría más a la derecha. Participaba de reuniones en la parroquia y la misa era también un ámbito de discusión y reflexión, siempre en un clima cristiano de compromiso.
El cura Paoli no era un sacerdote comprometido con la violencia ni propagandizador, pero sí muy jugado en la defensa del pobre y bajo ese punto de vista planteaba que había que seguir los caminos de Dios, aunque no era de decir "cuidado, no lleguen hasta ahí".En cambio, el área porteña era más acelerada, ahí sí había una decisión en términos de un compromiso armado y Mugica acompañaba ese proceso y lo impulsaba. Si tuviera que comparar las actitudes de Paoli y Mugica, diría que el primero decía "compromiso con la gente" y que Mugica agregaba "con la gente y hasta donde haga falta".El grupo del Norte tenía la idea de que la respuesta violenta debía darse en la medida en que la gente la fuera asumiendo y de hecho ya habían practicado algunos primeros ejercicios con los sindicatos de los hacheros de la zona para lograr a fuerza de pistola lo que con el sentido común no se conseguía:
–Hacíamos firmar actas de convenios colectivos arma en mano y al otro día íbamos con abogados y escribanos a que se ejecutara lo firmado –recordó Perdía–. Estas cosas yo las hablaba con Mateo y él tenía una idea parecida a la que tenía Paoli. No era alguien que estimulara la violencia, pero tampoco la reprimía.
Después, cuando decidimos organizar una corriente específica armada, lo conversé con él y no le extrañó. Ni me desalentó con un "no" absoluto, ni me alentó especialmente. Muchas cosas que hice las aprendí de Paoli, lo cual no me exime de mi responsabilidad, como tampoco la tuvo él de muchas macanas que me mandé–explicó.
El ex montonero (Perdía) también recordó que en las reuniones que el grupo de Paoli mantenía con el de Mugica, iba surgiendo un compromiso fuerte, que primaba sobre las diferencias de opiniones. Lo explicó así:
–Había una especie de compromiso tácito: al primero que se largue como estructura político militar, los demás lo apoyamos. Yo, en el '66, había leído algo que me impresionó mucho acerca de la guerrilla colombiana: "Ahora que sonaron los primeros tiros, que están los primeros muertos, ¿dónde están los que hablaron?", decía.
Nuestro compromiso, entonces, tenía que ver con estar, con no desaparecer. Ya cuando aparecieron los primeros muertos, estuvimos y no evaluamos ni tácticas ni estrategias. Posiblemente ése fue un error político, pero era un compromiso cristiano y humano.Y así pasó: cuando sonaron los primeros tiros se acabaron las discusiones, se acabaron las palabras. No en vano, la organización siempre se definió como una corriente que reivindicó el aspecto cristiano de la cultura popular, y más allá de que hubiera compañeros judíos o ateos, ese espíritu cristiano siempre primó. Lo que no significaba que se hicieran ceremonias ni instrucción religiosa, claro.
_________ Observatum por MonjaGuerrillera
–Mateo fue párroco de la Iglesia de la Santa Cruz y provincial de los pasionistas en Argentina y Uruguay. El ayudó para que la parroquia, donde residía, fuera utilizada por el grupo originario de las Madres de Plaza de Mayo –recordó su sobrino, quien actualmente trabaja en la Universidad de Lanús (Buenos Aires, Argentina), haciendo una maestría en Políticas Públicas.
Su último cargo fue como asesor de la Subsecretaría de Derechos Humanos, hasta 1998, en pleno gobierno de Carlos Menem, cuando renunció Alicia Pierini. En su libro "La otra historia", Roberto Perdía escribió:
"En la iglesia de la Santa Cruz se hicieron a comienzos de 1977 las primeras reuniones presididas por Azucena Villaflor de De Vicenti, madre de un desaparecido dirigente peronista. En ellas se infiltró Alfredo Astiz y él fue quien entregó a Azucena, a otros familiares y a las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, todos secuestrados y desaparecidos entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977".
A comienzos del año 2001, durante una larga entrevista a propósito de este libro, contó que había tenido un diálogo permanente con Mateo antes de estar en la organización, durante su militancia y todo el tiempo que estuvo en el exilio.
–Nos encontrábamos en algún lugar del mundo, porque él vivía bastante amenazado. Entraba y salía con bastante cuidado de la Argentina y así desarrollaba su actividad. Hasta que murió, hace de esto cinco años, tuve con él un diálogo muy fuerte. Por todo esto, mi relación personal con la Iglesia no sólo viene de la posición de la organización sino también de una tradición familiar. Con Mateo me unían no sólo lazos familiares, sino una manera de pensar, que nos identificó con el Concilio Vaticano II, entre otras cosas.
Roberto Cirilo Perdía nació el 9 de julio de 1941 y empezó su militancia a los quince años cuando comenzaron a crearse los Centros de Estudiantes en Pergamino, el pueblo que lo vio crecer brevemente, hasta que emprendiera un recorrido sin fin de militancia. No era peronista, ni el peronismo era cosa de familia pero para los ’70 integró la Conducción Nacional de la principal organización político militar peronista: Montoneros.Roberto Cirilo Perdía se recibió de abogado en la Universidad Católica Argentina, y también estudió en esa casa dos años de sociología. No iba a misa periódicamente, sólo en ocasiones participaba de alguna ceremonia. En cambio, era presidente del Centro de Estudiantes de Derecho y dirigente bancario.
–Un día me incorporé a un grupo que se llamaba Economía Humana, que había formado un abogado, Juan Zabala Rodríguez. Allí se reflexionaba sobre el círculo de la pobreza y sobre todo uno se capacitaba. En una de esas charlas lo conocí al cura Arturo Paoli, me impresionó mucho su pensamiento y en 1964 me fui con él a Reconquista, al norte de Santa Fe, a trabajar con los hacheros, hasta el '68 o '69.
Arturo Paoli era un sacerdote italiano, de manera que intentó trabajar en la Argentina sobre el diálogo entre cristianos y marxistas, al modelo de su país. Pero se encontró con que los cristianos de acá no eran como en Italia, de la Democracia Cristiana, sino peronistas. En esa comunidad, Perdía fue el referente de los jóvenes que trabajaban junto al padre y también abogado de distintos gremios, pero tenía vínculos permanentes con Buenos Aires y muy pronto los tendría también con el grupo del cura Mugica.–Ahí lo conocí a él, a Abal Medina, a Firmenich, a Ramus, cuando fueron a misionar en el '66 al norte de Santa Fe, en Tartagal. Yo era uno de los referentes de los jóvenes que trabajaban con el padre Paoli y por eso nos conocimos. Pasé varios días con ellos en el campamento, nos poníamos a charlar, a guitarrear, a jugar al fútbol y nuestra teoría era reflexionar la realidad a la luz del Evangelio.Después de ese encuentro, cada tres o cuatro meses yo venía a Buenos Aires y nos reuníamos en el altillo que Mugica tenía arriba de la casa de los padres, cerca de Las Heras y Pueyrredón, con toda la banda: Abal, Firmenich, Ramus, Lucía Cullen. Después de las reuniones del altillo, a veces bajábamos a comer a la casa de los padres –recordó Perdía.Ya en 1967, ese grupo se reunía con sectores peronistas donde se discutía si lucha armada "sí" o lucha armada "no", lo cual no era exclusivo de la Argentina, ya que se discutía en toda América latina el tema de la violencia. Perdía mantenía esas discusiones dentro del grupo de Paoli pero también con el de Mugica:
–En el marco de la Iglesia yo seguía vinculado a Paoli y el obispo era Iriarte, que venía de sectores progresistas y cada vez se corría más a la derecha. Participaba de reuniones en la parroquia y la misa era también un ámbito de discusión y reflexión, siempre en un clima cristiano de compromiso.
El cura Paoli no era un sacerdote comprometido con la violencia ni propagandizador, pero sí muy jugado en la defensa del pobre y bajo ese punto de vista planteaba que había que seguir los caminos de Dios, aunque no era de decir "cuidado, no lleguen hasta ahí".En cambio, el área porteña era más acelerada, ahí sí había una decisión en términos de un compromiso armado y Mugica acompañaba ese proceso y lo impulsaba. Si tuviera que comparar las actitudes de Paoli y Mugica, diría que el primero decía "compromiso con la gente" y que Mugica agregaba "con la gente y hasta donde haga falta".El grupo del Norte tenía la idea de que la respuesta violenta debía darse en la medida en que la gente la fuera asumiendo y de hecho ya habían practicado algunos primeros ejercicios con los sindicatos de los hacheros de la zona para lograr a fuerza de pistola lo que con el sentido común no se conseguía:
–Hacíamos firmar actas de convenios colectivos arma en mano y al otro día íbamos con abogados y escribanos a que se ejecutara lo firmado –recordó Perdía–. Estas cosas yo las hablaba con Mateo y él tenía una idea parecida a la que tenía Paoli. No era alguien que estimulara la violencia, pero tampoco la reprimía.
Después, cuando decidimos organizar una corriente específica armada, lo conversé con él y no le extrañó. Ni me desalentó con un "no" absoluto, ni me alentó especialmente. Muchas cosas que hice las aprendí de Paoli, lo cual no me exime de mi responsabilidad, como tampoco la tuvo él de muchas macanas que me mandé–explicó.
El ex montonero (Perdía) también recordó que en las reuniones que el grupo de Paoli mantenía con el de Mugica, iba surgiendo un compromiso fuerte, que primaba sobre las diferencias de opiniones. Lo explicó así:
–Había una especie de compromiso tácito: al primero que se largue como estructura político militar, los demás lo apoyamos. Yo, en el '66, había leído algo que me impresionó mucho acerca de la guerrilla colombiana: "Ahora que sonaron los primeros tiros, que están los primeros muertos, ¿dónde están los que hablaron?", decía.
Nuestro compromiso, entonces, tenía que ver con estar, con no desaparecer. Ya cuando aparecieron los primeros muertos, estuvimos y no evaluamos ni tácticas ni estrategias. Posiblemente ése fue un error político, pero era un compromiso cristiano y humano.Y así pasó: cuando sonaron los primeros tiros se acabaron las discusiones, se acabaron las palabras. No en vano, la organización siempre se definió como una corriente que reivindicó el aspecto cristiano de la cultura popular, y más allá de que hubiera compañeros judíos o ateos, ese espíritu cristiano siempre primó. Lo que no significaba que se hicieran ceremonias ni instrucción religiosa, claro.
_________ Observatum por MonjaGuerrillera
5 comentarios:
Alguien que le cuente a Perdía, que estamos en 2007 y no en 1970...
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Gracias por la vista
lamentablemente usa un almanaque de pulsera y se le quedo en el 70, el hombre mira y le da siempre el mismo año, en fin, no es culpa de nadie.
Me alegra mucho que escribas de nuestras cosas. Aprovechá, vos que sabes mirar las realidades.
Hola Monja, hola Hard Core: respetuosamente, no entiendo la crítica... lo que se lee aquí es un relato de la década de 1960; no veo a un Perdía que esté planteando aquí y ahora la necesidad de una nueva guerrilla armada. Quizá me puedan explicar mejor por qué piensan eso. Lo digo, aclaro, sin ironía, sino con auténtica curiosidad de entender. Cordialmente, Horacio Silva.
Dijo en un reportaje en C5N en Octubre sobre Apablaza y la extradicion a Chile. La metodologia la elige el hombre en cada momento de la historia. El hombre, se su pone que saba cuando debe tomar las armas y alzarse. Por lo tanto que Cirilo parezca un hombre entrado en años y bueno, no crea que sea lo que transmita. No es un voluntariado de paz. Espero que entiendas lo que o digo. Es como si yo evaluara que Cristina no es democratica y llama a alzarse en armas porque gano en las elecciones ganadas por los dineros de la maffia de los medicamentos. Parece hasta un buen argumento para legitimar un accionar destituyente. Pero no es asi, se es democratico, o no. Se espera la aternancia o no. A Peron, lo querian derrocar. Y este espiritu translucido en la opinion sobre el guerrillero chileno es el que les cabe. Sobre el tema dijo:
"Para mi existe la solidaridad entre los pueblos", dijo Perdía, quien además justificó el accionar de Apablaza Guerra en el marco del un país con estado de derecho como es Chile: "Hay que ver la situación de cada país".
Cordialmente Nucleo Hard.
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