16 agosto 2011

BELA LUGOSI, LON CHANEY Y BORIS KARLOFF EN EL ARMADO ELECTORAL

UNA DE VAMPIROS




Cuando hablo en la calle con la gente de algún nivel adquisitivo y que le va bien en la zona de Olivos, Martínez, La Lucila, San Isidro y Boulogne, Beccar, me vengo a dar cuenta, que no solo le va bien, cosa que se sabía, (son los compradores de autos de alta gama más importantes del país), sino que expresan que cualquier alteración en la economía les pone los pelos de punta. Los recientes y últimos cuatro días previos a las elecciones primarias, fueron decisivos para su elección. Una eventual crisis en los mercados internacionales merecían mandarle una señal concreta al gobierno de que había y contaba por parte de cada  uno una señal de aval. Esto puede soñar a conspirativo y si se hubieran puesto de acuerdo, por supuesto lo era. Pero no fue así. Fue mucho más sencillo. Muchos venían con pérdidas en la bolsa y en líquido. Una derrota el domingo y por amplio margen, le hubiera dado una atmosfera de derrota al gobierno que hubiera generado un desbande. Cada uno en su intimidad sin proponérselo lo pensó. Y esto, aunque parezca de ciencia ficción, como aquel voto a Alfonsín  en 1983, cuando todos pensaban que la formula Luder Bittel arrasaba tomo a luz el domingo a la noche. La Sra. ganaba por unos números que ni ellos ni sus propios encuestadores pensaron. Pensar en un lunes posterior con derrotados a más de uno le hizo pensar en sí mismos, y buscar posicionarse mejor o ratificar el rumbo. Pensaba cuando Abal Medina decía que había un Castigo a la Gestión de Binner en Santa Fe. Y fue todo lo contrario, tampoco fue un voto apoyo a la presidenta el voto de este fin de semana pasado. Fue voto miedo, voto a que ante una inflación casi en descontrol, una cuenta de gastos públicos en ascenso, y una argentina subsidiada, el cambio sea dramático y drástico. Desde el campo hasta un simple comprador de un televisor Led, o un auto en cuotas esta hasta las manos. Un cambio dramático en reglas de juego hubiera su sueño. Voto y ratifico para seguir viviendo. No quería, como dijo Perón, que le toquen la víscera más sensible, el bolsillo.






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