Florencia Peña la metamorfosis
Por qué Florencia Peña dejó de ser la cómica full time para convertirse en mujer política. Cristinísima, igualmente asegura: "No soy ultra-K"
Domingo 24 de julio de 2011 | Publicado en edición impresa
Por Any Ventura
Desde que apareció por primera vez en la tele, a los 8 años, en Festilindo, Florencia Peña nunca dejó de trabajar. Se hizo famosa a los 16, en Son de diez. Entonces le decían la Pechocha, hasta que acudió a su primera cirugía y le puso fin a tanta exuberancia. El éxito siguió con Poné a Francella, El show de la tarde con Marley, Disputas, Casados con hijos, La niñera. También hizo teatro -Monólogos de la vagina, Sweet Charity, Frankie and Johnny-; en menor medida, cine -media docena de títulos, desde el debut con Angel, la diva y yo y la más reciente Dormir al sol-, y muchas publicidades.
Casada desde 2003 con el músico de jazz Mariano Otero y mamá de dos varones, Tomás y Juan, la actriz hoy le pone el pecho a su posición política.
Para la entrevista con LNR, nos recibió de batón, chancletas y pestañas postizas en una imponente sala de reuniones de Canal 7. Como la señora Camas, su personaje en la ficción que protagoniza y produce actualmente en esa pantalla. Es raro, gracioso y roza el filo de lo ridículo mantener una charla tan seria con una mujer vestida así. Para la sesión de fotos, entonces, la pusimos a tono con la situación, más sobria, de negro, formal.
Al principio, la entrevista con Peña parecía una charla entre una madre con experiencia política y una hija. Toda definición política tiene un costo. Lo más cómodo debe ser andar por la vida haciendo equilibrio en la línea de flotación: éste no es el caso. Desde su apasionamiento, la comediante, de 37 años, puede reflexionar. Sin convertir el reportaje en un alegato K ni anti-K, la conversación hizo foco en la política y transcurrió con tranquilidad.
-Tu historia familiar ¿qué tiene que ver con la política?
-No tengo una historia familiar de militancia activa. Sí tengo una historia familiar de lo que antes se llamaba gorila, o sea, antiperonista. Gente que se juntaba a conspirar. Yo vengo de una familia radical, conservadora, antiperonista. Mi abuelo escribía en un diario socialista. Mamé ese pensamiento político.
-Hubo un sector del radicalismo y de la izquierda que apoyó el golpe de 1976. ¿El hecho de que se terminara el gobierno de Isabel puso a tu familia contenta?
-Creo que sí. La verdad, si te soy honesta, no tengo tanta data. Mi madre siempre fue antiperonista, hasta el día de hoy, que es cristinista. Y mi viejo, también antiperonista. En mi familia Evita no era una mina querida ni una mina reivindicada, ni un modelo de mujer a seguir.
-Entonces ahora hablemos de vos.
-Yo no soy peronista, pero tampoco soy antiperonista. Cuando tuve voz y voto, voté siempre a los radicales. Nunca voté a un peronista, ni siquiera a Néstor Kirchner. En la elección de 2003 voté a Lilita, la Lilita de otras épocas. Mi primera votación por un peronista fue con Cristina.
-¿Y tu marido también?
-Mi marido sí es militante, es un tipo que siempre estuvo muy politizado. Fue a una escuela pública, el Normal de Avellaneda. Siempre fue más socialista, más Partido Comunista, más de izquierda. El trabajaba en las villas, puso un centro cultural en Avellaneda y trabajaba, desde la cultura, con gente que no tenía casa o que vivía en lugares no urbanizados. Mariano es un pibe que estudiaba en el Conservatorio de Música Popular de Avellaneda, no tenía un contrabajo y lo pedía prestado.
-Es más un pibe de barrio. Vos no. Siempre tu vida parecía más pública que privada, más dedicada a buscar el éxito y el aplauso... y el dinero.
-Creo que reconvertí mi pensamiento. Empecé a diferenciar lo que era el éxito para mí a los 18 años de lo que es el éxito ahora. Hoy hay una brecha entre lo que el afuera me demanda y lo que yo necesito. El afuera me demanda el éxito, los 20 puntos de rating; si no, no existo; si no, me convierto en alguien que queda como fuera del sistema.
-Eso es relativo. Nadie te pide ser Susana Giménez. Hoy el glamour sin contenido está desvalorizado. Hoy el mundo del glamour está representado por Angelina Jolie, que sabe lo que pasa en Haití y en Medio Oriente.
-La verdad, me encantaría creer que es así, porque justamente yo estoy en ese camino: el de desandar la situación de estar puesta en un lugar que no quiero ni me interesa ocupar. Y estoy empezando a andar un camino que tiene que ver con quien soy como persona, con quien soy como artista.
-Vos, que habías votado a Carrió, ¿cuándo te fuiste dando cuenta de lo de Néstor? ¿Cómo fuiste cambiando?
-[Lo piensa mucho]. Quiero explicarte algo que me resulta muy difícil que los medios comprendan. Simplifican diciendo que sos ultra K o que no sos ultra K. El proceso se dio primero en el quiebre que había entre mi imagen pública y quien era yo en mi vida privada. Primero fue un tema personal.
-¿Qué estabas haciendo en ese momento en televisión?
-Casados con hijos. Empecé a darme cuenta de que no me llevaba bien con el éxito y esa cosa de ser la comediante de la Argentina. Fue una época mía en la que era todo para afuera. Cada vez que yo daba una nota (chasquea los dedos en gesto de chispa y velocidad), remaba y le sacaba jugo a las piedras. Después empecé con una implosión. Me decía: yo no soy sólo ésta. Es decir, también soy la jodona, la divertida, pero no solamente eso. Florencia Peña era la que siempre salía con un chiste, trivialmente, y no se sabía qué pensaba ni qué le pasaba, ni por dónde le pasaba la vida. Había algo ahí que me estaba dando infelicidad. Era una mina que con respecto a su país no se había planteado nada. Nada.
-¿Eras una mina que ya no viajaba en colectivo ni iba al supermercado?
-Es el momento en que te parece que vivir en tu casa de Palermo y subirte a la camioneta es lo único y suficiente. Hacía publicidades y ganaba mucha plata. Pero algo adentro me hizo sentir que lo que pasaba con el Gobierno estaba bueno. Y le puse el cuerpo. Le he puesto el cuerpo a la ley de medios, al matrimonio igualitario y, obviamente, a los derechos humanos y a los juicios a los genocidas. Le puse el cuerpo porque realmente sentí que era un punto de inflexión en la Argentina, donde nosotros no podíamos permanecer tibios.
-Ahora bien: no permanecer tibios, ¿es sinónimo de perder autonomía, de no poder descifrar lo que no está bien?
-Yo no compro todo. Me cuesta que escuchen qué es lo que yo compro. Yo no soy ultra-K. No me enamoré de Cristina o de Néstor de una manera ciega, ni apoyo absolutamente todo a mansalva y sin importarme lo que digan. No, no. Empecé a apoyar políticas con las que estaba de acuerdo y con las que sentía que la Argentina iba a empezar a avanzar, que seguiría apoyando con otros gobiernos.
-¿Tenés amigos que no piensan como vos?
-Estoy enfrentada con muchos amigos, a los que sigo queriendo igual. En este momento, mi pelea es la siguiente: ¿por qué ponernos en la vereda del odio?
-Porque hay mucha pasión, pero en muchos casos, también, cierta violencia en la argumentación y descalificación.
-A ver: yo tengo una intensidad que no tiene que ver solamente con cómo transmito mis ideas políticas. Soy una persona intensa en todos los aspectos de la vida, incluso en mi carrera. Soy fervorosa. Por algo mi figura despierta tantas cosas. Si fuera más débil en mi manera de expresarme, quizá mis pensamientos pasarían inadvertidos.
-Tu intensidad te costó la salida del show de los personajes. ¿Qué pasó con Mirtha Legrand?
-Fue así: a mí me llaman de Televisión.com.ar y me preguntan qué opino de los dichos de Mirtha y de Susana: "Matemos a los que matan". Yo dije que estoy en las antípodas, que propongo un debate profundo sobre la inseguridad, un debate profundo sobre la desigualdad en la Argentina. Y punto. En este medio no estar de acuerdo significa te odio. Y Mirtha dijo que no iba a invitar a su mesa este año ni a Florencia Peña ni a Moria y no recuerdo a quién más. Yo no hablé del tema, ni salí a decir: ¡¿Cómo!? ¿Mirtha no me va a invitar?, porque comprendo que ése es un derecho que ella se reserva.
-¿Te sentarías a la mesa de Mirtha?
-Hoy no me sentaría.
-También te convertiste en una chica de bajo perfil.
-Totalmente. Necesité correrme del centro de la escena.
-A la hora de hacerte una nota, hoy me digo: esta chica es más interesante hablando de política que de espectáculos.
-Te entiendo. Sin embargo, soy actriz y eso no va a modificarse. Pero no soy, o más bien ya dejé de ser, una actriz que no se sabe qué piensa o cuál es su postura en la vida. Cuando uno elige y decide pararse en un lugar y decir ésta soy yo, esto pienso, en esto creo, a partir de ahí cambia todo completamente. Y ese cambio es alucinante.
-¿No trabajarías en Pol-ka?
-¡Sí! A ver: yo tengo un pensamiento crítico con Clarín porque lo tengo con respecto a su dueña. Y eso es ideológico. Ahora bien, sí quiero trabajar en Pol-ka, por ejemplo, en algún unitario. No haría Valientes, porque estoy en una búsqueda artística y necesito como actriz no estar tan dividida entre lo que pienso y lo que hago. Hoy no sé si podría estar en un programa como El puntero; no podría defender la ideología de un programa que sostiene que no existe más la política o que la política es toda corrupta. Con Adrián Suar nos conocemos desde que éramos chicos. Mi pensamiento con respecto a cuál es el modelo de país que quiero como ciudadana no debería afectar mi carrera artística.
-Pero si te llaman no dirías que no.
-No soy una actriz que está de oferta, tampoco, ¿eh? Yo genero mis proyectos.
-Sr. y Sra. Camas, en Canal 7, ¿cómo surgió?
-Este proyecto nació de una necesidad mía de bajar el perfil, de estar en un canal donde nadie se pregunta cuánto mediste el día anterior. De lo único que tenés que ocuparte es de hacer un buen programa. A veces lo hacemos mejor, a veces le pifiamos un poco. Pero yo prefiero pifiarle con una idea mía.
-¿Quién lo banca?
-Es una coproducción. Lo estamos haciendo acá adentro, con los técnicos del canal. Es la primera tira en cinco años que el canal hace en su casa. Para mí, es un riesgo tanto económico como artístico.
-¿Vos ponés tu dinero?
-Sí, yo pongo dinero de mi parte y ellos ponen de la suya.
-¿Pero los salarios los paga el canal?
-No. Los pagamos nosotros; es decir, mi productora con Oruga, de Javier Nir.
-¿No es mucha responsabilidad tener que pensar cómo vas a pagar los sueldos a fin de mes?
-Es un riesgo grande, en todo sentido. Además, estamos trabajando con actores que admiro, quiero y a quienes además les debo que hayan creído en mí.
-¿Este es un esfuerzo militante de muchos actores?
-Sí, es un esfuerzo militante. Nadie gana lo que tendría que ganar, estamos trabajando muchas horas, y yo les estoy eternamente agradecida. Se los digo y ellos lo saben. Cada uno de los que están hoy en la pantalla de Canal 7 ha pensado yo quiero estar. Hay una avidez del actor por no ser parte del negocio de la tele, también. Nosotros hoy medimos 1 punto, 1,8 o 2, no sé. Todos queríamos hacer un programa que nos hiciera felices.
-Pero que también te ayude a pagar las expensas...[risas]
-¡Vivimos de esto! A ver: vivo de esto, pero también renuncié a Botineras cuando se convirtió en un programa que no me hacía feliz. Y ganaba mucha plata haciéndolo.
-¿Hasta cuándo te dan los números para seguir?
-Estoy dejando un riñón acá, pero no solamente por el dinero, sino también porque hacer una televisión al margen de los grandes canales es una remada que estoy recontradispuesta a hacer.
-O sea que el Gobierno no puso dinero. ¿Tampoco a través de la publicidad oficial?
-No. Si mirás, vas a ver que no tenemos publicidad oficial. Es más, casi no tuvimos promoción, no tuvimos casi afiches, nada. Ellos pagan como pagarían una lata, que es mucho menos de lo que una lata vale, obviamente, porque es Canal 7 y es lo que pueden poner. Y nosotros ponemos el resto. No soy una abonada al canal. Voy a hacer esta ficción y punto.
-¿Tu posición política tuvo un costo con respecto a los amigos o con algunas relaciones?
-No, me parece que si tuvo algún costo fue mutuo. En el nivel laboral, te lo tendrían que contestar ellos. Yo no lo sé. Pero mis amigos, no. Y, de hecho, gran parte de los que integran el elenco de Sr. y Sra. Camas no piensa como yo y cuando los llamé para trabajar en el Canal 7 y en un proyecto de estas características me dijeron que sí. Yo me corrí del centro de la escena por una necesidad de dejar de ocupar un lugar que no tenía ganas de ocupar; no quiero ser estrella. Pero además tengo un reconocimiento artístico: he ganado premios, estoy nominada como mejor actriz de la década en televisión en los premios Konex, y además, tengo el reconocimiento de mis pares y de la gente.
-Que Marcelo Tinelli apoye a Cristina, ¿te complica?
-No, me parece que está bueno.
-Porque supuestamente representa algo que no te gusta.
-No es eso. Marcelo es parte de una sociedad. Lo que a mí no me gusta es que lo que él representa se convierta en un todo. Pero no porque Tinelli no me guste. No soy quién para decir que Tinelli no debería existir. Lo que digo es: que exista, pero que también existan programas que hagan pensar a la gente. Lo que hace que yo respete a Marcelo es que el tipo no está respondiendo al establishment y eso lo hace interesante. Todos sabemos que es multimillonario y está bueno que no haga exhibición de eso.
-Te recuerdo sentada al lado de Néstor Kirchner cuando se promulgó a ley de matrimonio igualitario. ¿Habías ido más veces a la Casa de Gobierno?
-Fue cuando era embajadora en la lucha contra el cáncer de mama. Como la campaña la bancaba el Ministerio de Salud, estaba Cristina. Esa fue la primera vez [lo subraya] que la vi. Ella habló ese día; también el ministro de Salud, acerca de lo importante que era hacerse los estudios, etcétera, y después hablé yo.
-¿Pero no habías entrado antes en la Casa de Gobierno?
-A Cristina la conocía de antes [se contradice ahora]: de cuando tuvimos, con otros 25 actores, la charla, primero con Néstor y después con ella, sobre la Ley del Intérprete. Esa fue la primera vez que la saludé y que le pude dar un beso. Después me convocaron para leer unos poemas el día que se abrió el centro cultural en la ex ESMA, el 24 de marzo de hace dos años. Allí estaban Néstor y Cristina. Es decir, siempre fueron cosas puntuales: fui a la Casa de Gobierno por políticas a las que yo estaba adhiriendo. No soy amiga personal de Cristina y lejos de mí está serlo. No lo sería porque, además, si lo fuera no podría ponerme crítica con respecto a cosas que veo que están faltando.
-¿Querés ser funcionaria?
-No. Si yo quisiera hacer política y dejar de actuar, podría hacerlo; hay muchos actores que lo han hecho. No quiero hacer política porque perdería el lugar de ciudadana crítica. Tendría que volverme obediente. Y siempre fui políticamente incorrecta. Aun cuando no tenía un pensamiento político que expresar, nunca fui dentro del medio una actriz dócil o amada por los periodistas. No: siempre fui controvertida.
-¿Hay gente que se dice K por interés?
-Te puedo hablar por mí. Yo lo único que recibí de parte de ellos cuando empecé a promulgarme a favor de sus políticas fue, en primer lugar, un llamado de Néstor, que recuerdo con mucho amor. Fue un Gracias, porque éste es un momento muy difícil para nosotros, tenemos muchas ideas y a veces no sabemos cómo transmitirlas. Fue una charla de 45 minutos, por teléfono; él estaba en Río Gallegos, con su hijo. La otra situación fue cuando murió Néstor, en el velatorio. Su hijo me dio un abrazo y me dijo: "Te quiero agradecer, porque cuando todos nos mataban vos tuviste el valor de salir a decir las cosas que dijiste, y de eso mi vieja nunca se va a olvidar". Por eso me dijo: "Andá a darle un beso". Y yo le contesté que no: acababan de llegar Chávez y Evo. El me dijo: "No te preocupes, nosotros no somos protocolares". De todos modos, no me acerqué. Esas fueron las únicas dos cosas que recibí del kirchnerismo. Y esto sí se los agradezco: no estaría bueno que yo recibiera algo de ellos por mis palabras y no estaría bueno que nadie recibiera nada de parte de ellos por ser parte de un proceso.
-¿Vos podrías estar en Canal 7 si no fueras kirchnerista?
-Creo que sí. A nadie se le preguntó si era kirchnerista para estar en este proyecto. Y nadie me preguntó a mí a quién iba a convocar. Por otro lado, Canal 7 genera muchos otros programas que no tienen que ver con las políticas del Gobierno. Por ejemplo, el Puma Goity dijo que no quiere ir a 678, y nadie levantó el tubo para decirme que había que hacer algo con eso. Esto te lo juro por mis hijos. Ahora no hablemos de política: hablemos de mi prontuario artístico [sic]. ¿No me merezco estar en Canal Siete?
-Y cuando hay denuncias de corrupción ¿qué pensás?-¡Si todo lo que están diciendo de Ricardo Jaime es cierto, tiene que ir preso! Yo no voy a poner las manos en el fuego por todos los funcionarios.
-¿Por Cristina sí?
-Yo creo en Cristina.
FUENTE LA NACION