No quedan muchas posibilidades para el pensamiento sistemático, en el desborde frenético de una generación que disfruta de un poder casi regalado y anárquico. No se da cuenta hacia donde va y de donde viene. Ni comprende el sufrimiento anterior al 1976 ni el posterior a 1983. Criados en los noventa. Tienen la visión de una argentina liberal y contestataria, que no esta mal, pero no saben lo que es en algún momento bajar la cabeza. Leen aquellas cosas que están digeridas, porque no tienen necesidad de hacer sus propias interpretaciones. El dulce deseo de no pensar por si mismo. La absorción casi hegeliana de principios vacuos, propuestas políticas expresables casi como teoremas de geometría. Y un odio al pasado que solo expresa la falta de visión hacia el futuro. Jamás se afirmo tanto el derecho a la vida y jamás tampoco se practico el desprecio a la vida operativamente. La ausencia del compromiso con las ideas, refleja esta circunstancia. La ausencia de ideas que comprometen habla de la ausencia de una ética, y la ética, tal lo planteaba Kant, es lo que queda a espalda de la acción, y por lo general no queremos ser juzgados por nuestros actos. Para ellos tenemos explicaciones que justifican nuestras conductas, y nos exculpan. No hay transgresión, todo esta bien.
Hago estas reflexiones porque es como para explicarles a los dinosaurios que en la plenitud de su imperio iban a desaparecer, pero definitivamente desaparecieron, y los que sobrevivieron, deben adaptarse como las aves, los lagartos a condiciones menos voluminosas y más acordes con un mundo donde prosperan otras especies, como los mamíferos. Los ciclos históricos, uno lo aprendió, no son inevitablemente deterministas, pueden ser mas largos o mas cortos, siempre hay acontecimientos que los prolongan o los acortan, y eso no depende de los actores en si mismos. Solo que estamos ante la agonía de los dinosaurios del pensamiento único y poderosos de la argentina. Nadie soporta, tanto de tan poca gente. Están en su agonía. Ahora, decir que este proceso es corto, es un albur.
No diré, mi joven periodista ningún eufemismo, para su consuelo, en la Miseria del Pensamiento Político, parafraseando a M. E. Cioran, le digo, están putrefactos. Se descomponen. Solo es cuestión de esperar.