LA INDIGNACION AL PODER
Lo que se esperaba en Barcelona sucedió, no era pacifismo y actitudes de Gandhi lo que animaba a los indignados. La violencia ya dividía al grupo de acampantes. Las razones no hace falta explicarlas otra vez más. Podrán seguir por años, hasta hacerse hombres de la calle, pero si queda claro que ningún país será interlocutor de nadie, que plantee que antes que nada, hay que revisar un sistema que es conducido por alguien que no lo debe conducir más, y que en ello se agota el planteo. Así están las cosas. El resto es anécdota para las historias del día como el beso de la pareja entre la represión y el fuego que dio la vuelta al mundo.
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