23 enero 2007

NADIE SE REDIME POR EL DISCURSO PROLIJO

LA NECESIDAD Y EL CONTEXTO. CUANDO NO BASTA EL HACER.

ME TOMARE LA LICENCIA DE EXTENDERME SOBRE LOS HECHOS Y ACONTECIMIENTOS DE ESTA MUJER YA QUE SON RESULTADO DE UNA POLITICA DE DERECHOS HUMANOS SOBRE LOS PRESOS. LA EXCEPCION HACE A LA REGLA.






De Página 12
De hace un tiempo.
El barrio que las Madres de Plaza de Mayo construyen en Ciudad Oculta
Por Martín Piqué
Un complejo de 36 viviendas está en plena construcción en Ciudad Oculta, la villa 15 de Lugano. El proyecto avanza a un costado del hospital de tuberculosos que Perón nunca llegó a inaugurar –lo impidió el golpe de Estado de 1955–, y desde entonces está abandonado. Los vecinos llaman el “Elefante Blanco” a la gigantesca mole de cemento que se vislumbra desde varias cuadras a la redonda. Es lo único que se ve desde lejos. Paredes y muros de fábricas abandonadas cubren al resto de la villa. No por casualidad este barrio humilde lleno de casillas y pasillos, con años de militancia y trabajo social, es llamado de esa forma. “En poco tiempo deberán llamarlo Ciudad Luz”, dice Hebe de Bonafini. Los lugareños están acostumbrados a verla seguido. Bonafini suele llegar por la avenida Piedrabuena en una combi, casi siempre acompañada por el abogado Sergio Schoklender y otros colaboradores. Desde octubre, la Asociación Madres de Plaza de Mayo está construyendo esas 36 casas gracias a un acuerdo con el Ministerio de Derechos Humanos y Sociales del gobierno porteño.
Las viviendas tendrán 60 metros cuadrados con planta baja y dos pisos. Según maquetas y planos, cada unidad dispondrá de living, dos baños y tres dormitorios. Pero lo más novedoso de todo es el método de construcción. Las paredes no llevan ladrillos ni necesitan cimientos: se levantan a partir de paneles de telgopor envueltos en una doble malla de acero a los que se les proyecta concreto con un compresor y una pistola especial. El sistema fue creado por la compañía italiana Emme Due, en la Argentina lo representa sólo la empresa Cassaforma. “La pistola dispara el concreto a alta presión y poca humedad, después se aplica con un fratacho. El resultado es una pared de catorce centímetros de ancho, ignífuga, térmica e indestructible. No lleva encofrado y es mucho mejor que un ladrillo de treinta centímetros”, cuenta a Página/12 el uruguayo Juan Carlos de los Santos, uno de los responsables de la obra.
Avalado por el Programa de Emergencia Habitacional, el proyecto se inauguró el 16 de octubre. Comenzó a avanzar con bastante urgencia porque se habían quemado 29 casas y muchas familias no tenían dónde vivir. En los primeros días se fijaron los paneles de telgopor cubiertos por mallas de metal. Los vecinos miraban al obrador y las planchas blancas de poliestireno se movían al compás del viento. Parecían muy frágiles y nadie les tenía confianza. Las desconfianzas se terminaron luego de que los trabajadores –unos ochenta, la mitad mujeres, casi todos vecinos de Ciudad Oculta y miembros de organizaciones sociales– cubrieran todo el telgopor con una espesa capa de concreto. La estructura comenzó a tener la apariencia de una edificación tradicional. A simple vista tiene la forma de un pequeño monoblock, aunque más habitable y con aire libre alrededor. Los trabajos comenzaron el 16 de octubre. Supervisados por De los Santos y los ingenieros Diego Zaina y Juan Minghetti, docentes de la Universidad de las Madres, los flamantes albañiles empezaron a fijar paneles, atar mallas y apuntalar vigas. Entonces quedó a la vista el contenido social del proyecto. De los ochenta obreros y obreras, muchos eran desocupados y hasta hace poco sobrevivían juntando cartones. “Vivo en el barrio desde los cuatro, al lado del Elefante Blanco. Ahí tenemos el comedor de la CTA Desde Abajo. Antes trabajaba de limpieza en casas de familia”, dice Graciela Leiva, 42 años. “No hay que picar paredes. Con una pistolita ya está”, se asombra Félix Narváez, de 38. “Se me facilita mucho el trabajo”, asegura Daniel Lasarte, también de 38. Todos llevan uniforme de trabajo azul, casco de protección y guantes. La jornada laboral tiene dos turnos, 7 a 12 y 13 a 17, más sábados de 7 a 14.
“Acá hay muy buena onda, la gente quiere cambiar su vida. Es la mejor gente con la que trabajé en mi vida”, cuenta Claudia Sobrero, 44, ojos azules y remera del Che. Claudia estuvo 21 años en la cárcel, ahora es la tesorera y encargada de uno de los dos obradores. En esas construcciones se dictan cursos de Derechos Humanos, Productividad y Seguridad Laboral. Hasta ahora el proyecto no había tenido demasiada repercusión en los medios. Quizá la explicación se deba a lo barato de sus costos: alrededor de 50 mil pesos por cada vivienda de 60 metros cuadrados. Son cifras que contrastan bastante con las que maneja el Plan Federal de Viviendas.
De hoy

REINCIDENTE


Pasó la mitad de su vida tras las rejas. Hace un año salió en libertad condicional, y ayer volvió a ser encarcelada. Se trata de Claudia Sobrero, la mujer que fue condenada en 1990 por el asesinato del dibujante Lino Palacio. El motivo de su nueva detención fue una acusación de robo y amenaza de muerte que presuntamente perpetró contra una mujer en el barrio de Belgrano. Pocos minutos después del asalto, en el que se habría llevado dinero, un reloj pulsera y el bolso de su víctima, la policía que la perseguía la encontró y la esposó. Todavía no sabía que se trataba de Sobrero, algo que se descubrió cuando agente y ladrona llegaron a la comisaría 33ª. Allí constataron que era la misma mujer que en 1990 fue condenada a reclusión perpetua por el asesinato, con fines de robo, de Palacio y su esposa, Cecilia Pardo de Tavera, en 1984. Sobrero estaba en libertad desde enero del año pasado.

Pero la CULPA ES DEL SISTEMA.

Edición del Jueves/23-Sep-2004
Hoy
Las/12Viernes, 17 de Septiembre de 2004
sociedad
La pena más dura
El caso de Claudia Sobrero, detenida desde hace 20 años por un robo seguido de homicidio –del que no fue autora material– y a quien se le revocaron las salidas transitorias de las que venía gozando hace un año y medio para terminar su carrera de socióloga, plantea una pregunta de fondo: ¿cuál es el sentido de la pena de prisión sin políticas para resocializar a los y las detenidos/as?
Por Roxana SandáClaudia Sobrero dejó de contar las horas hace veinte días, al cabo de alisar por enésima vez las sábanas de la cama que ocupa en el penal de Ezeiza desde 1984, y decidir el inicio de una huelga de hambre sin estridencias, pero con la certeza de que la anulación de su derecho a alimentarse es el último recurso para denunciar otra supresión grave: las salidas transitorias y por estudio que realizó durante un año y medio, hasta abril último.A partir de un recurso de apelación del fiscal de Ejecución, Oscar Hermelo, la Sala III de la Cámara de Casación Penal emitió un dictamen que la devolvió al encierro absoluto con la contundencia de una trompada y se limitó a ignorar casi maratónicamente escritos y consideraciones favorables presentados por dos jueces de Ejecución Penal, psicólogos, peritos, médicos forenses y autoridades del Servicio Penitenciario Federal. Por no hablar de la indiferencia grosera hacia tratados internacionales sobre reinserción social de presos. Dos de los camaristas de esa sala, Guillermo Tragant y Eduardo Riggi, votaron la suspensión de las salidas. La tercera integrante, Angela Ledesma, emitió un voto contrario a sus pares por considerar “justo” el beneficio otorgado. “No hablo de santos ni verdugos, pero no tengo dudas de que fui dolorosamente estigmatizada por la Justicia argentina”, reflexionó esta mujer de 41 años, que a los 20 perdió su libertad por haber participado junto con otros dos hombres en el robo seguido de homicidio del dibujante Lino Palacio, un mito de la historieta argentina, y su esposa.Por el hecho que conmocionó a la opinión pública, Sobrero fue condenada a reclusión perpetua más la accesoria del artículo 52 por tiempo indeterminado, a cumplir como medida de seguridad.“Ella siempre dice que si no hubiera entrado a Ezeiza, en un año más aparecía muerta en cualquier zanja. Su reclusión es paradigmática porque en la cárcel se salvó de muchos excesos, terminó su secundario e inició una carrera universitaria, pero aquí también contrajo VIH y es la única mujer en la historia penitenciaria argentina que cumple la pena más dura no siendo autora material del crimen”, explicó su abogado, Sergio Gandolfo, que elevó un recurso de queja hasta la Corte con la esperanza de que el tribunal supremo emita un fallo que le permita recuperar sus salidas transitorias.Voceros de la Procuración Penitenciaria de la Nación coinciden en señalar que “se violó el principio de resocialización por donde se lo mire. Es nefasto el efecto que puede provocar una medida de estas características sobre una persona que luego de casi veinte años tras las rejas comenzaba a recuperar el sentido de libertad, a afianzar sus lazos afectivos. Al revocarse el beneficio otorgado, se afectó el fin primordial de la pena, que es la reinserción de la persona”.El monstruoSobrero no sólo terminó convirtiéndose en víctima de un caso emblemático sino que tuvo “la mala suerte”, según algunos penalistas consultados, de que en la época de su detención no existían el juicio oral ni abreviado, por lo que el suyo se realizó por escrito y duró seis años. Tampoco fue beneficiada por el dos por uno, ya que la pena de reclusión no lo permitía. “Un caso como éste quema las manos –deslizaron–. El fiscal o los camaristas se deben haber preguntado: después de veinte años, ¿qué hacemos con el monstruo?”. Al profesor de Derecho Penal de la UBA y especialista en régimen de ejecución penal, Marcos Salt, no le extraña “el eje del miedo” que plantean estos casos: “Aun cuando el preso lo merezca, tanto jueces como guardias tienen miedo de recomendar la libertad anticipada. Tienen miedo de que el preso cometa un delito afuera y entonces se cuestione por qué lo dejaron salir”.Sin embargo, para la socióloga y coordinadora del programa UBA XXII en cárceles, Alcira Daroqui, siempre estuvo muy claro qué hacer con la cabeza y el cuerpo de Sobrero: destruirlos. “El fallo que le revocó las salidas transitorias es una aberración de la Justicia, de un fiscal como Hermelo, que está ejerciendo el criterio de la defensa social hasta las últimas consecuencias, y de una Cámara de Casación que lo único que hace es administrar castigo; son verdugos, no jueces. Con esta medida se está matando a una persona que durante un año y medio demostró que es posible la reinserción; es el caso más claro de resocialización que hoy puede presentar el Servicio Penitenciario Federal. Por otra parte, me pregunto cómo la misma Justicia vuelve hacia atrás si existen dos fallos de jueces de Ejecución que sostienen que se rehabilitó. Es necesario revisar de una vez por todas las prácticas judiciales disparatadas que provocan un daño terminal y pueden arrastrar hasta el suicidio.”El fiscalSobre Oscar Hermelo se concentran desde 1994, cuando fue designado fiscal de ejecución penal de Capital, la evaluación sobre el control y las libertades de unos 5 mil detenidos en las cárceles federales del país. La popularidad de su nombre trascendió el ambiente judicial cuando el ex capitán “arrepentido”, Adolfo Scilingo, denunció que Hermelo había trabajado en la Escuela Mecánica de la Armada durante los años de la dictadura militar.Por estos días, la Procuración General de la Nación estudia un expediente administrativo que analiza su desempeño como fiscal, la ideología de sus dictámenes y evalúa su destitución en caso de llegar a establecerse que no fue un simple empleado administrativo de la Dirección de Talleres, como él asegura, ajeno a lo que ocurría en la ESMA, el sitio donde se secuestró, torturó y se hizo desaparecer a unas 5 mil personas. De acuerdo con los archivos del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), durante la dictadura trabajó en la ESMA un abogado de apellido Hermelo (su nombre de guerra era “Vaca”), encargado junto con otros de administrar el botín que obtenían los grupos de tareas en los secuestros.Hermelo empezó a trabajar en la Marina durante 1977 por recomendación de un primo suyo, Ricardo Hermelo, capitán de navío que integró el entorno íntimo del ex jefe de la Armada, Armando Lambruschini. Allí conoció a Scilingo, quien en una oportunidad le entregó una condecoración para civiles que ayudaban a la Marina. Una fotografía registró la escena que hoy compromete al funcionario judicial.Sobre este punto, el abogado Rodolfo Yanzón, del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh), escribió en Página/12: “Si la excusa de Oscar Hermelo para justificar su paso por la ESMA es que no vio nada de lo que allí se cometía, ¿qué puede ver entonces, como fiscal, de lo que sucede en las mazmorras argentinas?”.El cuerpo“Muchos me dicen que no debo seguir con la huelga de hambre, y a mí me da tanta bronca atentar contra mi cuerpo después de todo lo que me pasó, pero creo que castigándome una vez más voy a lograr que me escuchen. No soy un problema político, no les intereso a organismos de derechos humanos, ¿cómo hago entonces para que se fijen en mí si no es de este modo?”En la cárcel, el cuerpo asoma como primer y único instrumento de manifestación. El de Claudia es aún hoja de ruta de cicatrices autoprovocadas, heridas provistas por otros o por otras, territorio de algunas victorias y de rotundos reveses, como el sida.Ese cuerpo renovó sangre y nervios mientras duraron las salidas para ir a la Facultad de Sociales, “pero la devolvieron a una oscuridad total, hicieron todo lo posible para que el daño sea terminal –concluyó Daroqui–. Lo que suceda con ella de aquí en adelante es una incógnita”.Salt consideró que “la gran discusión que nadie aborda aún es reconocer que la pena a perpetuidad viola el principio de resocialización. Por eso es necesario plantearnos qué tipo de sistema de ejecución penal queremos”.Las conversaciones con Claudia Sobrero se repitieron durante tres tardes, día por medio, en un tono apagado por la debilidad de seis kilos perdidos “y la sensación insoportable de que el cielo se me achicó de golpe. Pero así y todo voy a pelearla a fondo, porque estoy convencida de que la mejor puerta para nunca más volver a este lugar es la de adelante”.

Aun asi el Estado, via del sistema penitenciario es responsable de su situación:

HABLA LA MUJER PRESA DESDE 1984 POR EL CRIMEN DE LINO PALACIO "Vivía drogada, descontrolada, pero ya pagué por lo que hice" Tenía copia de la llave del departamento donde vivía el dibujante y su esposa porque salía con su nieto. Entró junto a dos amigos y masacraron a la pareja. Es la mujer que lleva más años detenida en el país.
Virginia Messi.
Tenía 21 años, dos pequeñas hijas, de cinco y dos, y una dependencia patólogica a las anfetaminas. Así era Claudia Sobrero hace 20 años, cuando la Policia Federal la detuvo por el brutal asesinato del reconocido dibujante Lino Palacio y su esposa en setiembre de 1984.Totalmente drogados, ella y dos amigos entraron al departamento del matrimonio, sobre la avenida Callao, en Barrio Norte, para robar la caja fuerte. Pero todo terminó a golpes y puñaladas en un cruento doble crimen que impactó al país."Vivía drogada, descontrolada. Decidí cambiar de vida, ayudarme, mejorar, y lo logré. Hace 20 años que estoy presa. Ya pagué por lo que hice", le dijo Claudia a Clarín en un diálogo telefónico desde el pabellón 15 de la Unidad Nº 3 de Ezeiza donde ayudó a armar un premiado taller de serigrafía.En la cárcel, además, Sobrero terminó la secundaria y comenzó la carrera de Sociología, que está cerca de terminar. También allí contrajo HIV. Cree que fue en una consulta odontólogica en el penal, pero no puede probarlo.El doble crimen fue la noche del viernes 14 de septiembre de 1984 (ver Un doble...). Claudia —que era la pareja del nieto del dibujante, con quien tuvo a su segunda hija— cayó presa una semana después en Tucumán. Sus dos amigos tambien fueron detenidos: uno sigue preso en Chaco, el otro se ahorcó en 1985 en la cárcel de Caseros. Con una mirada desafiante, las manos esposadas, sombrero de cowboy y crucifijo al cuello, el día de la primavera de 1984 Sobrero bajó del avión que la trasladó a Buenos Aires para ser juzgada en Capital Federal. En 1990 la condenaron a una pena que nunca antes o después se impuso a una mujer en nuestro país: reclusión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado. Por eso hoy sigue presa y es la mujer que lleva más tiempo encarcelada en la Argentina.Y sigue presa aunque los informes penitenciarios, los psicológicos y la opinión de dos jueces de Ejecución Penal apoyan que, por su buena conducta y concepto, que se le permita ingresar en el régimen de salidas transitorias.De hecho todos esos elementos le permitieron en marzo del 2003 comenzar a salir tres veces por semana (de 15 a 23) para ir a la facultad. En "salidas transitorias" pudo visitar a su hija mayor y a sus dos nietos, que viven en Mar del Plata.Pero esto se terminó el 22 de agosto pasado cuando su abogado, Sergio Gandolfo, no logró impedir que se hiciera efectivo un fallo de la Sala III de la Cámara de Casación Penal. Los camaristas—coincidiendo con el fiscal de Ejecución Penal Oscar Hermelo—revocaron el beneficio de las salidas y las fijaron recién para el año 2008.Hace una semana Sobrero le escribió una carta al presidente Néstor Kirchner: "Ya tengo casi 42 años y pasé la mitad de mi vida en esta unidad sin caer en el juego de un sistema que socava día a día la dignidad de quienes lo transitan", dice el mensaje. Y agrega: "hoy siento como si estando en el medio del desierto me hubieran dado agua y luego se hubieran llevado la cantimplora dejándome en la misma situación y con el recuerdo del vaso solamente".Sobrero también comenzó una huelga de hambre: pide que se le saque la accesoria de "tiempo indeterminado", una figura que en general se aplica en caso de delincuentes reincidentes. Su principal argumento es que ya no se la considera "peligrosa" y que si bien en su historial hay una fuga (durante un apagón en 1986) en el año que salía para estudiar nunca intentó escaparse.Cuenta que afuera del penal tiene cosas pendientes. La más importante de ellas es intentar reencontrarse con su hija menor, María Cecilia, a quien tuvo con Jorge Palacio Zorrilla San Martín, nieto del dibujante asesinado."Hace dos o tres años me escribió una carta en la que me decía que no me juzgaba, que quería conocerme. Yo se la respondí pero desde entonces no tuve más noticias", cuenta Claudia que no ve a Cecilia (hoy de 22 años) desde que era una nena de dos.



Otra Cronica de Internet:
UN PEDIDO PARA SALIR A TRABAJAR
La mujer con la mayor condena de la historia quiere salir de la cárcel - Es Claudia Sobrero, condenada por matar al dibujante Lino Palacio y su mujer. Detenida en 1984, a los 21 años, el fallo de un juez —hoy apelado— le permitiría avanzar hacia las salidas transitorias
17 de marzo 2002 - En 1989 la Justicia la condenó a reclusión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado, el castigo más grave del Código Penal. Nunca antes, ni después, en nuestro país se sentenció a una mujer a una pena igual. Tenía 27 años y desde los 21 estaba encerrada en el penal de Ezeiza por un crimen que conmovió al país: mató a golpes y puñaladas al dibujante Lino Palacio —creador de Don Fulgencio, entre otros personajes— y su esposa, ambos de 81 años.Hoy a casi dos décadas de los asesinatos —ocurridos la noche del 14 de setiembre de 1984— Claudia Sobrero sigue en Ezeiza. Con 39 años, una conducta calificada como "ejemplar" y la carrera de sociología a punto de concluir, quiere que le permitan salir de la prisión para ir a trabajar y visitar, aunque sea unas horas, a su familia.Sobrero tiene dos hijas. Con una —que tuvo de adolescente, durante su primer matrimonio— mantiene contacto. La otra nació en 1982 cuando formó pareja con Jorge Palacio Zorrilla de San Martín. "El Gordo", como ella le decía, era nieto de Lino Palacio y fue quien le dio la llave del departamento del dibujante, que Sobrero y dos cómplices usaron el día del crimen. Para dar un primer paso hacia las salidas transitorias, Sobrero ya cuenta con un fallo a favor. Lo firmó el 31 de enero el juez de ejecución penal Néstor Narizzano, quien consideró que, en su caso, correspondía suspender la aplicación de la "accesoria de reclusión por tiempo indeterminado", establecida en el artículo 52 del Código Penal y fijada en la sentencia.El planteo del juez cuenta con el aval de seis informes positivos del Servicio Penitenciario Federal, un estudio del Cuerpo Médico Forense y una recomendación de la Procuración Penitenciaria. Sin embargo el futuro inmediato de Claudia Sobrero todavía está en discusión.El fallo de Narizzano fue apelado por el fiscal de Ejecución Oscar Hermelo. Y ahora es la Cámara de Casación la que debe dar la opinión final. Allí el debate no será sencillo: además del caso particular, el planteo de Sobrero reabre una polémica sobre la aplicación del artículo 52.Para algunos esta norma es inconstitucional porque establece una pena que en realidad no tiene límite. Para otros —entre ellos la Cámara Nacional de Casación y Corte Suprema— simplemente debe encararse como una medida de seguridad, un recaudo para resguardar a la sociedad, que puede suspenderse si la peligrosidad del condenado se revierte.Luego de estar más de 17 años encerrada, Sobrero hace tiempo que debía pasar, (dentro del régimen penitenciario) de la fase de "confianza" a la de "prueba", evolución indispensable para acceder a las salidas transitorias. Pero uno de los requisitos para lograr este avance es no tener una condena con la accesoria del artículo 52. Por eso para Sobrero es clave lo que en los próximos meses resuelva Casación.El juez Narizzano detalla en su fallo el debate jurídico sobre la accesoria por tiempo indeterminado y concluye que, para él, se trata de una "medida de seguridad" y, como tal, en el caso de Sobrero debe ser suspendida.Entre otros elementos, aporta un estudio que le hicieron a la mujer los médicos del Cuerpo Forence. "Se observan en la interna significativas modificaciones de su funcionamiento mental, con sentido positivo, respecto al funcionamiento constatado en la época del delito por el que fuera condenada", dice el informe médico.Los forenses agregan: "Por ello podemos observar ahora la desaparición de la anarquía vital, del desorden mental, de la toxicomanía, la irresponsabilidad, la impulsividad. En este sentido los índices de peligrosidad se han revertido"."Fuimos a robar. Yo abrí la puerta, estaba pasada de LSD. Fue terrible. Nadie puede culparme tanto como yo misma, pero no necesito que me hagan pagar más. Acá ya pasé de todo, hasta contagiarme de HIV", le dijo Sobrero a la Revista Viva el año pasado. Por entonces ella y otras presas fueron entrevistadas por su exitoso trabajo en el taller de serigrafías de la cárcel de Ezeiza."El otro día recordaba la Plaza San Martín. La vereda ancha, los árboles , los juegos, el olor del pasto... es increíble las defensas que uno tiene. Siempre digo: no me voy a olvidar", contó en esa entrevista.La idea del asalto del 14 setiembre de 1984 —que terminó con la vida del matrimonio Palacio— era saquear la caja fuerte del departamento de la Avenida Callao al 2000. Sobrero y dos amigos entraron a la casa del dibujante pensando que éste y su esposa estaban pasando unos días en Mar del Plata. Pero se equivocaron. Lino Palacio estaba allí. Lo apuñalaron y golpearon hasta la muerte, igual que a su esposa.El grupo estaba tan drogado que del departamento de Callao se fueron a jugar al pool. Sobrero fue detenida pocos días después en Tucumán. La había incriminado su ex pareja, el nieto de Lino Palacio. En 1986, aprovechando un apagón, Sobrero logró fugarse del penal de Ezeiza. Pero la Policía la encontró a los tres días. Se había alojado en un hotel barato de Mar del Plata, de donde era su familia. Desde entonces no pisa la calle. En su celda terminó el secundario y curso la carrera de sociología. Allí espera ahora una nueva decisión de la Justicia.

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