26 febrero 2009

NO LE CREO AL ARRUGUE DE BARRERA


NO SON ANGELES
Cuando peleo Ringo Bonavena con Cassius Clay, sabíamos que no ganaba, pero todos esperábamos que aguantara 15 rounds en pie. No fue. Era el triunfo de la debilidad ante el poder y la soberbia del morocho americano que sobraba a sus rivales, contra el muchacho de Parque Patricios, gigantón, buenazo y con pie plano que peleaba a lo macho como podía. Esta pasión del argentino de ponerse del lado del más débil fue la que intento el Néstor al dividir las aguas de la pelea de la 125 poniendo la pobreza de un lado (ellos) y la oligarquía vacuna el campo, expresada en la SRA. La lucha entre el poderoso y el débil como para inclinar la balanza hacia el débil. Como es historia reciente todos sabemos que al Néstor la confrontación retro le salió mal. Luego de digerir la biliosa hez de la derrota política y del ensayo y error. Mando a guardar las primeras espadas de los caras de piedras para herir. Ya no están D´Elia, De Petris, Kunkel, Capitanich, Pérsico, Diana Conti, Moreno, en suma, los maniqueos exasperadores de la sociedad. Ahora está la banda de moderados, articuladores y corazones sensibles. Rossi, Pichetto, Giori, Massa, Boudu, salvo a veces dos estrafalarios Randazzo y Aníbal Fernández y algún que otro discurso agresivo de el Néstor o la Cristina, todo es manteca y miel. Aterciopelado. Es decir intentan revertir el curso de acción. Ahora ellos son los débiles, son los Ringo Bonavena que enfrentan al Cassius Clay, que hasta odio parecen tenerles. Ellos que han hecho tanto.
El descaro no tiene límites, las estrategias no tienen piedad de nadie. Y sus objetivos políticos no tienen límites y respetan a nadie. No vaya a ser que ahora haya que respetarlos. No merecen el respeto político de nadie. Solo el mínimo y elemental respeto por ser personas. Nada más.

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