EL TREN BALA
Tengo el corazón mirando al sur, no hay nada que hacerle, vengo de la Patagónia, de las vísceras del viento y del tormento del bienestar y el malestar de un país marginal. Macrocéfalo en un punto y indescifrable en la distribución de su riqueza. Al cruzar Bahía Blanca, me asombre de la cantidad de camiones que había para transportar el grano a la ribera del mar y embarcarlo a su destino. Asombro, si porque es inimaginable los semis puestos en playas para descargar. Como contrapartida una terrible y antojadiza perturbación, las vías del ferrocarril muertas insistiendo como una alternativa, pero totalmente extinguida. Al sur, aquellas humildes pero cómodas chacras de IDEVI, hechas para radicar a campesinos bajo riego sobre cuadros de 15 o 20 hectáreas del generoso deshielo andino del Río Negro, ocupadas por los hermanos Bolivianos, haciendo ellos toda variedad hortícola y frutícola, ofreciéndolas en una feria en Viedma en Pleno Centro haciendo competencia de precios. Hermosas 4x4 y casas de aborígenes clavadas en corteza de árboles en Carmen de Patagones. Autos de última Generación y sin nafta o Gas Oil en el último lugar de la Pampa Húmeda donde se cosecha trigo. Todo va bien para una pequeña cantidad de personas y algunos que se pueden plegar a ese beneficio, mientras los precios, lejos de la civilización central (Guillermo Moreno), se deslizan como nada sin control. La única estación de Servicio que vendía la nafta a precios oficiales era la del Automóvil Club Argentino sobre la Ruta tres de Viedma, eso, si, no tenia. Por las largas y casi luminosos umbrales de la medianoche Patagónica el hartazgo se nota entre el buen talante de un buen ambiente. También allá, con calma circundante hay cosas que no se entienden.
2 comentarios:
Excelente relato. Impecable.
Saludos!
Hard: espero andar por esos mismos lugares en unos días. No creo que me atreva a agregar nada a lo tuyo, una pinturita.
Un abrazo.
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