El Cabalista Kichner
Enamorado del numero, creyó no encontrar al sin nombre entre la numerología, sino su propia identidad divina. Arbitró las más plásticas virtudes de las cifras para demostrar sin vergüenza los atributos más dignos de su arte. Así, teníamos que su deseo de ser presidente de un partido creado por Perón, se convertía en un “Operativo Clamor” de la gente y los dirigentes que lo "necesita". Un petit 17 de octubre, disfrazado para la historia. Un gordo con la remera subida por arriba del ombligo y que tomaba vino de un tetra, cantaba la marcha peronista, venia con 100 pesos pagados para el acto en el bolsillo, un poco de la rebajada, un micro, y una mamua que le costara recuperarse, a sumarse al clamor, movido por un puntero, como cientos mas. La suma que suma. Kichner contemplaba desde la Fundación de Puerto Madero las caravanas como convergían al punto de reunión e imaginaba que eran solo por él tanta espontaneidad. Una mujer desdentada y flaca, fumaba a lo loco, en la Ciudad Autónoma no se puede, pero tanto clamor necesita de cierta indisciplina popular. Mientras el jefe miro hacia el río marrón casi una lagrima cayo por su rostro. Jamás creyó que el pueblo lo encumbraría a tan alta responsabilidad, suceder a Perón en la presidencia del partido Justicialista. Un clamor que los dirigentes del partido habían comprendido y actuado conforme a él. Se sentó sobre el sillón de su despacho estiro su cuerpo sobre el mismo y sintió que la historia se estaba escribiendo como cifra en su carne, ya sabia que no escaparía del salón de los bustos de la Rosada. Tampoco de los resúmenes de historia de los chicos que estudiarían el periodo en el futuro. Por ahí estalle, pensé en los números bíblicos: el numero perfecto el siete, el de setenta veces siete, los siete pecados capitales. Kichner el cabalista me estaba mandando su peor mensaje. Operativo Clamor. La miércoles, tengo que cuidarme el siete. Vienen por el mío y por el de cada uno de nosotros.
Enamorado del numero, creyó no encontrar al sin nombre entre la numerología, sino su propia identidad divina. Arbitró las más plásticas virtudes de las cifras para demostrar sin vergüenza los atributos más dignos de su arte. Así, teníamos que su deseo de ser presidente de un partido creado por Perón, se convertía en un “Operativo Clamor” de la gente y los dirigentes que lo "necesita". Un petit 17 de octubre, disfrazado para la historia. Un gordo con la remera subida por arriba del ombligo y que tomaba vino de un tetra, cantaba la marcha peronista, venia con 100 pesos pagados para el acto en el bolsillo, un poco de la rebajada, un micro, y una mamua que le costara recuperarse, a sumarse al clamor, movido por un puntero, como cientos mas. La suma que suma. Kichner contemplaba desde la Fundación de Puerto Madero las caravanas como convergían al punto de reunión e imaginaba que eran solo por él tanta espontaneidad. Una mujer desdentada y flaca, fumaba a lo loco, en la Ciudad Autónoma no se puede, pero tanto clamor necesita de cierta indisciplina popular. Mientras el jefe miro hacia el río marrón casi una lagrima cayo por su rostro. Jamás creyó que el pueblo lo encumbraría a tan alta responsabilidad, suceder a Perón en la presidencia del partido Justicialista. Un clamor que los dirigentes del partido habían comprendido y actuado conforme a él. Se sentó sobre el sillón de su despacho estiro su cuerpo sobre el mismo y sintió que la historia se estaba escribiendo como cifra en su carne, ya sabia que no escaparía del salón de los bustos de la Rosada. Tampoco de los resúmenes de historia de los chicos que estudiarían el periodo en el futuro. Por ahí estalle, pensé en los números bíblicos: el numero perfecto el siete, el de setenta veces siete, los siete pecados capitales. Kichner el cabalista me estaba mandando su peor mensaje. Operativo Clamor. La miércoles, tengo que cuidarme el siete. Vienen por el mío y por el de cada uno de nosotros.
1 comentario:
Jajajajaja buenísimo Hard. Un abrazo
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