EL PASADO NO SE REPETIRA DOS VECES IGUAL
Como remedo berreta del periodo peronista de 73/76 es nuevamente la izquierda con su intransigencia la que no entiende las terceras posiciones. La existencia de la propiedad privada. El respeto de la ley, y el actuar en el marco de la misma dificultan al gobierno kirchnerista a enfrentar a la oleada del reclamo basado en la defensa irrestricta de lo que sea por cualquier método, tan válido como aceptado en el discurso como diverso. La elusión de Cristina a firmar el decreto como hizo Isabel de ordenar, (bajo licencia y firmado por Luder) el exterminio de la subversión no dista mucho del discurso de Aníbal Fernández de pedirle a Scioli de que se hiciera cargo del problema de Kraft sabiendo que la magnitud del problema sacaba de la órbita del ministerio de trabajo provincial para pasar al nacional el conflicto. Pero la orden de reprimir no la iba a dar un gobierno nacional, popular e inclusivo. Que pague Scioli el entuerto. Y otra vez la izquierda con una estrategia de máxima, haciendo de caldo de cultivo de la justificación de la derecha patronal para justificar cualquier situación en el devenir. Ambas se necesitan. Es casi concurrente que a gobiernos demócratas las izquierdas sean más activas y más virulentas y proclives a las presiones sobre las democracias en Sudamérica. Ahora le toca a Cristina. Sin rumbo, la izquierda le gana con 160 despidos el calle, no contra los 160.000 que se pierden por caída del empleo por la errática política económica. Es precisamente con una empresa norteamericana y por 160 despidos que el conflicto deja a la ciudad de Buenos Aires y alrededores como tierra de nadie. La ley de radiodifusión sin perder su relevancia pasa a un segundo plano. Alguien le puso el límite a la estrategia del Néstor de ocupar un lugar de izquierda progresista. Si lo quiere hacer ya le mostraron los dientes que no hay lugar para espacios de sospechosos. Pero a la vez el brete es para un gobierno que supuestamente a la izquierda del pensamiento pones las patas en la derecha. Pero la derecha de los conocidos y nuevamente izquierda y derecha en un movimiento de pinzas le aprietan los huevos a la sociedad argentina. Unos porque pierden el empleo otros por que pierden el derecho a la propiedad. La discusión de los valores positivos de la sociedad ira hasta el infinito. Hasta en salvaguarda de todo se ha metido la embajada de EEUU. Si no se llega a un acuerdo en Kraft Foods la situación será comprometida para el proyecto K. Si se llega a un acuerdo, se pinchara el acuerdo progresista de izquierda porque habrá traicionado a los trabajadores. Kraft solo aceptara parcialmente los despidos. La empresa norteamericana no despidió a los trabajadores por que si, ni por casualidad, despidió a trabajadores que tienen un sesgo de izquierda ultra, que lejos de cuestionar su derecho a pensar cualquier cosa, ideológicamente, no es casualmente darle las acciones y la propiedad de la fabrica el proyecto de Kraft. No creo ni remotamente que Kraft quiera socializar los medios de producción. Por lo que el conflicto de proseguir la crisis de ideologías será hasta la eternidad. La velada amenaza de la embajada de los 155.000 empleos directos de las empresas americanas directos, (no sumo los indirectos, tercerizadas y proveedores), habla las claras de cómo se manejan los americanos. Que Cristina diga en los foros lo que quiera. Que se alié a Cuba, que bese a Chávez pero que no toque las empresas. Ahora, aunque sea Scioli, Cuartango, Tomada, o la iglesia la que solucione transitoriamente el conflicto, las cartas están echadas. La Izquierda está haciendo gimnasia y esta no contenida por la izquierda del kirchnerismo piquetero. No había en este caso confrontación como fue con la oligarquía vacuna. No se lo vio a D´Elia y a Pérsico tratando de que no les coparan la Plaza de Mayo, el bastión peronista (según ellos) por excelencia. No ha habido nada que indique que al gobierno esto lo saque de la perplejidad. Las calles ya no son más de ellos. Y además no tienen el argumento de la izquierda y de los derechos humanos para salir a defender. No tiene banderas que agitar. De seguir así, quizás Cristina no le quede otro remedio que pedir unas vacaciones para que Cobos firme un decreto que faculte a las fuerzas de seguridad a reprimir a los piquetes y facilitar la circulación. Seguro que ella no quiere quedar pegada al desbarajuste que han creado con una economía que no es un éxito de ninguna manera. El temor a lo destituyente no vendrá jamás por el lado de la derecha de la antipatria, sino del hastío que suele provocar en la gente la izquierda descontrolada. La pinza que todo lo destruye, el cascanueces. Es la primera estrategia no fijada en la agenda del Néstor que ocupa la primera plana de los diarios. Mientras tanto se sigue discutiendo la ley como prioridad. El país está estancado por obsecuencia. Y una vez más la izquierda hace de palanca para el futuro incierto. Es lo que hay.
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