LA HISTORIA MALVERSADA
La necesidad de justificar al Guerrillero chileno que está en goce de Asilo político en la argentina, más que una apuesta a dar asilo a un conmilitón es a justificar la historia de los montoneros y los grupos de izquierda que se alzaron en armas en contra del gobierno democrático del General Perón que se iniciara tras la elección masiva que sucediera a Campora. Mientras Santucho es valorado un casi héroe. Mientras Fernando Abal Medina es puesto como en brazo ejecutor de la ley popular por el fusilamiento de Aramburu y abatido por las balas de la ley de la dictadura, siendo buscado por secuestro y asesinato con resistencia a la autoridad. Mal podrían estas justificaciones darle al guerrillero chileno que cometió crímenes durante un gobierno democrático darle la posibilidad a que dentro de la democracia se lo juzgue, como quería hacer Perón con los atacantes de Azul. Estos nuevos escribidores de la historia como diría García Márquez que están construyendo su propio Macondo histórico, hacen un revoleo. Y es posible que en la historia se hable del “Fusilamiento de Santucho” como del “Fusilamiento de Dorrego” en manos de Juan Lavalle. O la “Emboscada Fernando Abal Medina” como la Emboscada a Facundo Quiroga” total quien en unos años se va a acordar de que había muchos años de diferencia entre uno y otro. Quien entre tantos desaciertos no vinculara al voto femenino con el matrimonio homosexual como una misma campaña emancipadora de una corriente nacional y popular. Al Che Guevara, con los Cerros Tucumanos como ejemplos de una Bolivia y una Argentina buscando la liberación de un territorio para la construcción de la liberación nacional de la patria. En realidad es así, necesitan justificar lo que están escribiendo a raudas mentiras, la construcción discursiva de una historia que no fue, no existió y que solo funciona en su mente exótica. Todos los que estuvimos presentes durante el gobierno del general Perón, los que militábamos a la par de las formaciones especiales sabíamos sus intenciones y los cuidados que había que tener con sus desbordes. Ni el asalto del Estado que hicieron a la manera del INDEC, cuando Perón mando a decir que: “recambio generacional no era tirar un viejo todos los días por la ventana”. Ni tampoco nos podemos olvidar del Operativo Dorrego cuando de Ejercito Popular y Ejercito Nacional hacían operativos conjuntos con el Gral. Carcagño formados en la Escuela de las Américas y no decían NADA. Sabiendo hoy que en esa escuela surgió la teoría de la “SEGURIDAD NACIONAL”. Podían pactar con el enemigo y confraternizar si querían ellos o combatirlos. La pelea con Chile tiene un valor dentro del discurso político con el que construyen la historia mostrenca y falsa de su historia como movimiento, que a su vez pretende ser la única del país. Esta mentira que atormenta por las atrocidades cometidas por ciertos sectores de los militares que justificaron la actuación de los organismos de los derechos humanos y avergüenzan a los más lúcidos del pensamiento argentino son los que tratan de poner un poco de calma al momento y pensar que la historia les va a dar el lugar que les corresponde. Que no es ese. Sus manos, tienen sangre, no me corresponde a mí juzgarlos, ni me corresponde a mí juzgar la época o los motivos. Pero si puedo discernir que no hay sangre de los buenos y sangre de los malos. No hay sangre que beatifica y sangre que condena. Solo hay violencia y sangre. Por el contrario a la teoría de los dos demonios hay uno solo, el de la violencia. Cualquiera sea el porvenir de la diplomacia argentina al respecto del caso del Guerrillero Chileno y la actitud del gobierno argentino actual, tenemos que tener presente que no es tanto un acto de protección a la persona o a la ideología, es un acto de justificación a sus propios actos, ejercidos en democracia. También se han matado a civiles en democracia, como lo fue Rucci y del cual se han encargado de sembrar una gran sombra de dudas sobre el origen de ese confeso crimen, para que ahora, ya lejos de toda condena, se sospeche de cualquiera. Pero así como Rucci ha habido y no me corresponde a mí hacerlo, una seria de civiles muertos y sin castigo, de la misma manera que el Guerrillero Chileno con el Asilo político estará ha cubierto de otra forma por las tropelías que pueda haber cometido en el convencimiento de su ideología violenta.
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