12 octubre 2012

ZOOLOGICO DE ALCAHUETES

DEMOCRATIZAR LA PALABRA COMO SINSENTIDO DE LA SINRAZON


El nuevo concepto de “democratizar la palabra” es sinceramente un humo, más cercano a Carusso Lombardi, que a la realidad de las cosas.
Democratizar la palabra es quitarle algo con la mera adjetivación, es suponer que la palabra es mucho mas que un concepto que nombra una cosa. Por el contrario, no hay nada si no hay palabra. Seguro que algún mal entendedor dirá que existe la PALABRA ANTIDEMOCRATICA. En realidad desde el Evangelio de San Juan su primera línea dice que: “En el Principio era la Palabra”. Más allá de la creencia en esos textos, el significado, es que hay cosas porque hay palabras, porque las podemos nombrar con las palabras. Antes de la creación nada, aún el infinito que sin poder nombrarlo, es realmente nada.

Debemos entender que al pensamiento mostrenco, democratizar la palabra es, de alguna manera, una preceptiva que ira demonizando algunas palabras hasta convertir en dogma el sentido de las palabras. En el universo de la dialéctica pura habrá palabras buenas y malas. Dos tipos de palabras. Ya no habrá malas palabras por grosería o cacofonía sino simplemente porque un grupo de sabios de “Carta Abierta” y la Ley de Medios van a ponerlas en orden creando el verdadero subgrupo de las palabras buenas, luego serán las palabras correctas, y luego te apliquen quizás alguna ley de censura como para monopolizar la palabra democrática.

Cuando vemos que se hace nominalismo, podemos entender que la palabra CEPO puede ser, por esclavista, algo que deba erradicarse del vocabulario de los medios.

En fin, DEMOCRATIZAR LAS PALABRAS es como querer democratizar la sexualidad de cada género, pero bueno, para algunas cosas el progresismo cunde y en otros sentidos son tan dogmáticos como para expresar desde una ética telúrica que es la palabra democrática y cual no.
Me voy a quedar en primer tema que aborde y de su libro La Palabra extraer una parte pequeña que Martin Heidegger se encarga de señalar:

El poema apareció por vez primera en la 11.ª y 12.ª entrega de los Blätter für die Kunst del año 1919. Más tarde (1928), Stefan George lo incluyó en el último volumen publicado por él y que lleva por título El Nuevo Reino. El poema está estructurado en base a siete estrofas de dos versos. La estrofa final no solamente cierra el poema, lo abre a la par. Esto lo evidencia ya el hecho de que el último verso dice propiamente lo que indica el título: La palabra. El verso final dice:

Ninguna cosa sea donde falta la palabra.

 Surge la tentación de convertir el verso final en un enunciado del contenido. Ninguna cosa es donde falta la palabra. Allí donde falta algo hay una carencia, un quitar. Quitarle algo a algo significa retirarle, hacerle carecer de algo. Carece de significa: le falta. Allí donde falta la palabra ninguna cosa es. Solamente la palabra disponible concede ser a la cosa.

Seguro que sus palabras por origen son antidemocráticas.  Vaya a saber que nos saldrá a decir Feinmann sobre el tema sabiendo su odio por el dialogo y mas pendiente de la dialéctica.












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