08 marzo 2010

NO EXISTE EL DERECHO A LA DEFENSA PORQUE NO HAY NI EXPULSION NI PREJUZGAMIENTO, HAY CONDUCTA MALICIOSA DEL FUNCIONARIO

UNA VERDADERA FABULADORA E INESCRUPOLOSA MALINTERPRETADORA DE LA REALIDAD
La carta orgánica del Banco Central de la República Argentina dice:

ARTICULO 7º: El presidente, el vicepresidente y los directores serán designados por el Poder Ejecutivo
Nacional con acuerdo del Senado de la Nación; durarán seis (6) años en sus funciones pudiendo ser designados nuevamente. El Poder Ejecutivo Nacional podrá realizar nombramientos en comisión durante el tiempo que insuma el otorgamiento del acuerdo del Senado de la Nación.

En ningún caso tiene que Marco del Pont ejercer su derecho a la defensa, porque en ningún caso se le conculca un derecho o se la expulsa, es un derecho privativo de los poderes nombrarlos o rechazarlos. Como hizo la presidenta con Redrado, cuya recomendación del Senado no era vinculante, en este caso, la aprobación del Senado es condición “sine qua non” por lo que deberá entenderse que puede haber opinión formada y mucho más de las acciones tomadas por Marco del Pont luego de haber girado los fondos del DNU sustitutivo a la presidenta, como si lo que había sucedido con lo de Redrado fuera historia del pasado. Ella sabía bien. Que la zona gris que significa la Carta Orgánica del Banco Central y la no intromisión de las Ordenes del Poder Ejecutivo y la facultad legislativa por DNU y las obligaciones del Congreso en legislar sobre el Banco Central y la Moneda. Esta duplicidad de interpretaciones fáctica, hace a Marco del Pont desde ya poco confiable, porque esto es evidente de suyo, y ante la duda opto por lo que no era lo que la lógica de los otros dos poderes del estado venían bregando, que era la solución política.
No tiene por lo tanto que dilatar con la victimización del no ejercicio del derecho a defensa cuando es parte de un ataque artero al poder Legislativo y Judicial de la Republica. No es hora de que pidan que le lean sus pergaminos. Bien valen sus actos para juzgarla, no sus dichos.




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